Comprender a Hidalgo, una obligación de los dirigentes de MORENA

CONCIENCIA CIUDADANA

Pero igual que las manifestaciones de la base en contra de tan absurda medida, resulta importante que los candidatos que coinciden en que MORENA en Hidalgo no termine sus días como un aparato electoral y político más al servicio de Sosa Castelán, manifiesten tal compromiso frente a la ciudadanía; haciendo ver a sus dirigencias nacionales el error que se comete al aceptar esa alianza contra natura y lo imposible que les resultará promover el voto por MORENA, sí la ciudadanía los ve de la mano con candidatos de un grupo de poder local  al que poco se le confía y mucho se le acusa de actos arbitrarios y antidemocráticos.

Pues quién lo iba a pensar; hoy el conflicto que Morena escenifica en  Hidalgo ha remontado ya el nivel estatal irrumpiendo en el ámbito nacional con un reportaje especial de la revista PROCESO,  que da cuenta de la forma en que Gerardo Sosa Castelán, presidente del Patronato Universitario y  factor real de poder dentro de la UAEH, logró desplazar a más de la mitad de quienes habían obtenido sus candidaturas por los procedimientos estatutarios de ese partido, a fin de competir electoralmente para senadores, diputados federales y diputados locales, colocando en ellas a gente de su absoluta confianza.
    Aunque en un primer momento el golpe recibido pareció definitivo, la reacción contra tal medida no se ha hecho esperar y lejos de disminuir parece acrecentarse conforme pasan los días; provocando que la prensa nacional haya puesto su atención en Hidalgo como rara vez lo hace, pues en él, los partidos de izquierda han contado con una representatividad escasa, como solo sucede en pocas entidades del país.
    Esa condición histórica  ha tenido consecuencias nefastas para el avance de los partidos progresistas en nuestro estado, pues por un lado han debido soportar la represión y el control corporativo de un priismo reconocido en el país por su  primitivismo (lo que ya es mucho decir) y, por otro lado, la languidez a la que  los han condenado sus  dirigencias nacionales debido a su  poco peso en las elecciones federales; empujando a sus liderazgos y operadores locales a buscar acuerdos “realistas” con  el gobierno y los cacicazgos regionales o corporativos, mediatizando así las expectativas populares a la promoción de políticos  añejos del priismo dinosáurico,  con lo que finalmente, la ciudadanía decepcionada  sólo alcanza a conservar  la esperanza de que algún día aparecerá una fuerza verdaderamente representativa de sus intereses.
    Dicha esperanza pareció, por fin, hacerse realidad con MORENA, aglutinada en torno al liderazgo de AMLO que en poco tiempo desplazó en Hidalgo (como en la mayor parte del país) a los tradicionales partidos de izquierda  de las preferencias ciudadanas y que, en estos momentos, sostiene a MORENA sin lugar a dudas, como la única alternativa del cambio a su alcance  para dar paso, como el mismo López Obrador afirma constantemente, a “un cambio de régimen” favorable a los intereses mayoritarios de la nación.
    Como se sabe, la fórmula planteada para lograrlo es concreta y concisa: “terminar con la mafia del poder”, objetivo que, sin lugar a dudas, ha sido adoptado no sólo por sus compañeros de partido, sino por la mayor parte de los mexicanos deseosos de “un cambio verdadero”.
    Es por ello que resulta desconcertante no sólo para los militantes de MORENA en Hidalgo, sino para un buen número de ciudadanos que simpatizan con su líder, que ese partido haya decidido hacer una alianza justamente con una de las fuerzas reaccionarias más importantes en Hidalgo, el Grupo Universidad, al mando de Gerardo Sosa Castelán.
Con lo anterior, el discurso anti-mafia adquiere un tinte esquizofrénico que por un lado pide el apoyo de los votantes para terminar con la mafia del poder nacional y, por otro, se les exige apoyar incondicionalmente  a uno de los dos grupos que han convertido a la sociedad hidalguense en un duopolio político como aliado suyo en Hidalgo; y que, con ésta maniobra, vuelve a cobrar fuerza inesperada e injustificada, dado el entusiasmo despertado por la candidatura de AMLO, que se esperaba ser acompañada por aspirantes a senadores, diputados federales y locales escogidos entre los “mejores hombres y mujeres ” del estado, como el propio AMLO lo afirma al presentar personalmente a sus candidatos locales.
Hacen bien pues, los morenistas que se resisten a aceptar semejante destino para su partido y sus luchas, y mal harían sus dirigencias nacionales en seguir considerando que su inconformidad no es más que una simple pataleta electoral. Quien crea eso, no conoce la realidad hidalguense ni las consecuencias de sus decisiones.
Pero igual que las manifestaciones de la base en contra de tan absurda medida, resulta importante que los candidatos que coinciden en que MORENA en Hidalgo no termine sus días como un aparato electoral y político más al servicio de Sosa Castelán, manifiesten  tal  compromiso frente a  la ciudadanía;  haciendo ver a sus dirigencias nacionales el error que se comete al aceptar esa alianza contra natura y lo imposible que les resultará promover el voto por MORENA, si la ciudadanía los ve de la mano con candidatos de un grupo de poder local  al que poco se le confía y mucho se le acusa de actos arbitrarios y antidemocráticos.
Por supuesto, ésta denuncia podría significar el fin de sus candidaturas, pero ¿de qué les serviría alcanzar las ansiadas representaciones locales y federales si con su triunfo contribuirán solamente a afianzar una nueva etapa del caciquismo en Hidalgo y ganarse por igual la desconfianza de una ciudadanía que ya no está dispuesta a tener “más de lo mismo” en Hidalgo?
Estas son disyuntivas que han de resolver también los liderazgos de MORENA en Hidalgo, entre ellos el apreciado doctor Abraham Mendoza -su presidente aún hasta donde tengo noticias-, luchador social de rectitud reconocida, que no puede eludir su responsabilidad ante sus militantes y con la sociedad hidalguense, que esperan con creciente inquietud la reconsideración de MORENA y no ver desaparecer en el horizonte de su historia, una vez más,  “el rayito de su esperanza” en el que ha puesto sus expectativas.
Por otro lado, resulta ridículo que a éstas alturas del siglo XXI, las fuerzas retrógradas sigan actuando como a principios del siglo XX recogiendo la edición entera de la revista PROCESO de ésta semana, con el propósito de impedir que los hidalguenses tengan acceso a la información a la que constitucionalmente tienen derecho, como si con ese primitivo procedimiento fuera posible tapar el sol con un dedo.
Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS, YA.

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