Home Nuestra Palabra Carlos Barra Moulaín Como las aves amo la libertad

Como las aves amo la libertad

0

HOMO POLITICUS

Difícil pensar desde la pendejería que el Estado impone como “aceptable y deseable”,; difícil creer en el otro cuando se han creado las sociedades de la desconfianza, donde se cambia la vida por unas monedas y donde unos cuantos lo devoran todo, como si la vida les perteneciera.

 
La diferencia entre una sociedad civilizada de una que no lo es, está en la institucionalización del poder y su administración.
    El desencanto con la realidad es el amargo telón de la sociedad frente a la civilización instituida, parida por el uso del poder donde las élites han subsumido y enclaustrado a los hombres, ante la preservación de la “libertad”.
    En definitiva, el Estado se ha convertido en una camisa de fuerza, en un manicomio donde la terapia es la represión, la inmovilidad, la pérdida de la conciencia y la creación de los signos proclives al extravío social, donde todos y uno, son ninguno.
    Quiero huir, dejar la razón, al menos la del Estado civilizatorio que lo mismo ha negado al indio que al pobre; que ha deprimido la crítica y la razón,y la ha sustituido por seres superfluos que buscan en la codicia y la ambición el rescate de sus pobreza espiritual.
Difícil pensar desde la pendejería que el Estado impone como “aceptable y deseable”,; difícil creer en el otro cuando se han creado las sociedades de la desconfianza, donde se cambia la vida por unas monedas y donde unos cuantos lo devoran todo, como si la vida les perteneciera.
¿Dónde se perdió lo humano del hombre?, ¿dónde quedó la sonrisa de niño que he perdido?
¿Quién puede creer en la palabra de los políticos que asemejan a hacedores de milagros baratos?
Caminar sin sentido, en horas donde la esperanza se diluye, lo mismo en un barrio pobre que en una pequeña casa en el campo, donde no hay mañana ni horizonte; donde la pobreza se engaña desde los escritorios y sus indicadores, donde jamás se miró la indignación y la angustia de aquellos que el porvenir es sólo discurso.
Predadores de la conciencia, yanaconas de la libertad, han ido matando a las aves, las cuales como yo, parecen amar la libertad.