Pido la palabra
¿Dónde estamos parados? ¿Eso que llamamos realidad serán solo imágenes platónicas, ideas a las que aspiramos; o seremos un pueblo invisible viviendo en el País de las Maravillas?
Si fuese esto último, nos enfrentariamos a la diferencia de que este mundo no es imaginario, y en donde los personajes de esta obra de la vida real no son ni el Conejo Blanco, ni Sombrereros, ni Gatos de Cheshire, ni aparece ninguna Reina de Corazones; si en cambio, nuestra historia de cada día está protagonizada por personajes más patéticos, algunos alcanzando el nivel de ridículos y otros hasta dramáticamente tenebrosos.
Y al igual que Alicia siguió a un conejo y terminó cayendo en un profundo pozo, nosotros también parece que entramos a un túnel que parece no tener fin y que sin lugar a dudas también nos está llevando a un mundo de absurdos y paradojas; y al igual que el Conejo que corre murmurando que llega tarde, nosotros siempre iremos contra reloj por la prisa y el miedo a la incertidumbre del hoy y del mañana; ese es en realidad el pozo profundo de nuestra historia; y nuestra caída si nos hará mucho daño, ya lo está haciendo.
Con las recetas mágicas de la política contemporánea que nuestros personajes nos convidan, en un momento nos hacen sentir tan pequeños, y que nuestro tamaño es de tal insignificancia, que los políticos tienen que voltear hacía abajo para darse cuenta de que ahí estamos, es más, a veces nos sentimos el personaje principal de la obra de H.G. Wells, “El hombre invisible“, pues en la mayoría de las decisiones que toman en nuestro loco mundo de la política, parece ser que ni nos ven y ni nos oyen; parecemos una sociedad invisible en un país de ciegos y sordos.
Pero también y como por arte de magia, el pueblo invisible cobra fuerza, adquiere un tamaño descomunal y se nos dice que somos la inspiración en sus noches de desvelo, que en sus sueños húmedos siempre aparecemos como el gigante que en lugar de hacha, tenemos un voto poderoso; nos envuelven con sus discursos, a algunos nos hacen vibrar de la emoción al saber que alguien está entregando su esfuerzo y su vida y la pone al servicio del pueblo, y al final nos dejamos guiar.
Lo cierto es que cualquier fantasía es rebasada por la realidad, nuestro ámbito nacional está lleno de mentirosos, corruptos, manipuladores, soberbios, intolerantes; y ellos, representan el auténtico mar negro del que urge salir antes de que nos ahoguen con toda su porquería, día con día recibimos toneladas y más toneladas de contaminación política; en tanto, el pueblo invisible, partiéndose al alma en las calles para medio sobrevivir y llevar algo de comer a sus hijos.
Nadie quiere ver ni oír al pueblo, en tiempos no electorales para ellos pasa inadvertido, es invisible; todos los políticos solo miran su personal futuro y el pueblo que se friegue; se atienen a que estamos en “el país de no pasa nada”, en su país de las maravillas en donde ellos, los políticos son las piezas principales del ajedrez, y nosotros, somos solo los peones que sirven a sus intereses de victorias y venganzas personales.
Quiero seguir teniendo confianza en quienes hoy nos representan en los tres poderes y en los tres niveles, pero me doy de topes en la pared cuando veo, por ejemplo, que todavía hay quien se atreve enviar iniciativas para reformar leyes en puntos específicos que fueron ya reformados hace algunos años, y el promovente y sus asesores, es obvio que no estaban enterados; esa es nuestra realidad.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está