• Cártel de Sinaloa y Los Zetas hallaron en la política electoral una vía para el libre paso al tráfico de drogas
“La posición geográfica de Guatemala y la porosidad del Estado, factores para que el narco se incrustase en la política”
Durante más de 12 años, Érick Súñiga emergió como el gran cacique en el suroccidente de la frontera de Guatemala con México: enlace del Cártel de Sinaloa en el narcotráfico, padre de Miss Guatemala 2017 —Isel Aneli— y alcalde desde 2007 del limítrofe municipio Ayutla Tecún Umán, espacio clave para traficar personas y drogas del sur al norte de América.
Pero el deseo de Súñiga, de reelegirse en los comicios generales de Guatemala para un cuarto mandato consecutivo en la alcaldía, se frustró: la DEA, agencia antidroga de EU, pidió su extradición en abril de este año y el poder electoral guatemalteco canceló esta semana su postulación.
Otro guatemalteco excluido esta semana de la carrera por narcotráfico es Otoniel Lima.
Súñiga y Lima rechazaron los cargos, pero mostraron la profunda penetración de los cárteles del narcotráfico de México en el poder político en partidos, alcaldes, munícipes, diputados y autoridades gubernamentales de Guatemala, en una red lubricada por clanes empresariales corruptos y en un país vital para recibir, almacenar y reexportar cocaína en el tránsito de sur a norte del hemisferio occidental, lavar dinero y producir y vender amapola, materia prima de la heroína, a los mexicanos.
“Guatemala está en riesgo de consolidarse como narco-Estado. Ahí radica la trascendencia de la elección de este domingo”, alertó Jordan Rodas, máximo jerarca de la Procuraduría de Derechos Humanos.