PEDAZOS DE VIDA
Las cazuelas
-Mire comadre las cazuelas, esta está bien chingona para el mole…
-Sí verdad ¡A ver señorita! enséñeme esa cazuela…
-Está re bien comadre debería comprarla.
-Y usted comadre ¿no se va llevar una?
-No comadre, yo no la ocuparía, luego vengo por una. Pero usted llévesela comadre.
-Pues me la llevo…
-Un mes después-
-Comadre ¿cómo está?
-Bien comadre, aquí viendo la tele.
-Y qué pasó comadre, qué tal le salió la cazuela.
-Pues todavía no la ocupo, ni la he curado todavía.
– Caray, comadre. Falta de confianza, yo se la curo. Pero préstemela para hacer mole…
-Con todo respeto comadre. Chin#&* usted a su m#&*. Vaya y cómprese la suya, “aunque casi no la ocupe”.
En la cantina
-¡Chúpele compadre! Que la vida es corta, el sabor amargo
– No compadre, la verdá ya me estoy sintiendo mal…
-Tómele compadre, que pa´ luego es tarde…
-Compadre, ahora sí ya me siento mal, ya me voy a la casa…
-Pos váyase compadre, yo todavía me quedo…
Aquella tarde el compadre se fue a casa, y don Remigio, por andar de “sambitatero” tuvo que pagar la cuenta, porque el otro “ni encontrar el dinero” pudo. Y el cantinero acostumbrado a lidiar con borrachos, no fía pero ni el vaso con agua.
En el hospital
-¡Ay comadre! ¿Cómo está el Fernandito?
-Pos ya mejor comadre.
-Que susto nos puso el condenado.
-Sí comadre, la verdad es que sí.
– Pero que le dije comadre que no fuera con el curandero ese ¿o no se lo dije?
-Sí comadre, para que decir que no… Pero usted quería que fuera con el Mingos, y la verdad él tampoco lo hubiera podido curar, porque mi hijo tenía la salmonelosis esa.
– No pues eso sí comadre, que bueno que no fue con el Mingos, porque ahorita me sentiría culpable, pero que bueno que ya salió.
– Sí comadre, gracias a Dios, y a las veladoras que le pusimos a la virgencita, el Fernandito está con nosotros…