Tulancingo
    •    El riesgo de que el inmueble siga cayendo persiste, asegura el director de Bomberos y Protección Civil. 


Aunque las lluvias no han sido tan intensas en los últimos días en Tulancingo, una casa antigua ubicada en la intersección de las calles Corregidora y Manuel F. Soto, en el centro de la ciudad, comenzó a colapsar la mañana de ayer, con la caída de parte de su techo y ruptura de una barda en su interior.

El inmueble, construido de adobe y vigas de madera, ya presentaba acumulación de humedad desde hace algunos meses, prácticamente con las primeras lluvias del año; por lo que la propia ciudadanía advertía su próxima caída.

A eso de las 8:00 horas, acudieron elementos de Bomberos y Protección Civil, al mando del director, Jesús García Ávila; así como de Tránsito Municipal para resguardar el sitio, ya que el riesgo de colapso del resto del inmueble seguía latente.

Tanto el director de Tránsito como de Bomberos, así como el dueño del inmueble, ingresaron al mismo para evaluar los daños; y al interior se percataron de la caída de unas vigas y una barda, debido a la acumulación de agua, humedad y reblandecimiento.

En la vivienda se conservan algunos muebles con visible estado de deterioro como camas, roperos, teléfono; así como ropa y otros enceres.

Ante la emergencia, el comandante Jesús García Ávila señaló que el riesgo de que la vivienda siguiera colapsando persistía, por lo cual se realizó el acordonamiento preventivo.

Refirió además que se estarán evaluando las acciones a seguir, junto con el presidente municipal, Fernando Pérez Rodríguez, con la finalidad de mitigar los riesgos en la población.

Respecto a la posibilidad de derrumbar intencionalmente la casa, señaló que en lo próximo tendrán una reunión con representantes del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), delegación Hidalgo, para dar continuidad sobre el informe de los inmuebles que persisten en esta misma situación de riesgo de colapsar.

Aseguró que será en próximos días cuando  se establezcan acuerdos entre el INAH, el gobierno municipal y los dueños de unos 18 o 20 edificios antiguos en riesgo de colapsar, para tomar las medidas preventivas necesarias.