Cínica

PEDAZOS DE VIDA

-¡No la soporto!- dijo, antes de abalanzarse contra ella y reventarle la cabeza. La sangre y algunos restos, quedaron embarrados en el periódico que anteriormente leía el hombre que llevaba al lado,  por fin todo había terminado…

Ese día doña Cuca iba de malas, y como iba de malas todo le estaba saliendo mal. Comenzó el día con el pie izquierdo, ya que al levantarse se pinchó con una chincheta que quién sabe quién chingados había dejado ahí. Luego se le acabó el gas y a consecuencia tuvo que esperar la llegada del camión y todo eso provocó que llegara tarde.

Los pasajeros de la colectiva, al escuchar la exclamación se pusieron alerta y al oír y ver el golpe enmudecieron, sólo la señora del asiento de la esquina que va justo detrás del chofer asintió en señal de aprobación, no habían transcurrido ni tres horas desde que salió el Sol y la gente mostraba su estrés.

A doña Cuca la dejó el camión, y como era de esperarse tampoco pudo irse en los cuatro camiones siguientes. Por eso acostumbraba salir muy temprano. Sumado al retraso que ocasionó la espera del gas, perdió minutos más por las colectivas atascadas de gente, y a doña Cuca le parecía que todos a su alrededor se reían de ella.

-Mira esta desgraciada, se subió antes que todos y nada más anda de asiento en asiento y ni pagará pasaje- dijo la señora que irritada por el mal día que comenzaba a tener empezó a fijarse en el actuar de la peculiar pasajera que seguramente buscaba la forma de salir entre la gente, sin embargo conforme avanzaba el camión más gente se subía.

Por fin, una hora tarde, la colectiva que se detuvo, llevaba espacio suficiente para que doña Cuca y otras cuatro personas subieran. Ahí fue donde todo ocurrió, tras la impaciencia, le arrebató el periódico al señor de al lado que se limitó a  decir “‘ora pinche vieja loca” para mirar como sus noticias impresas se convertían en el arma que utilizó doña Cuca para matar a la mosca que se había subido antes que ella.