Gays porfirianos

Luego de la polémica desatada por su anterior filme “Las elegidas”, que obtuvo cinco arieles, incluyendo el de mejor película y mejor director, David Pablos, eligió otro tema controversial para su siguiente filme. “El baile de los 41”, a cuya premier nos invitaron los buenos amigos de Cinépolis.

El guión de Mónika Revilla narra un episodio poco conocido de nuestra historia, situado hace 120 años, en plena dictadura de Porfirio Díaz. Un grupo de destacados miembros de la sociedad formaron un club en el que 21 parejas asistían disfrazados de mujeres, hasta que la policía los detuvo en una redada. Fue la primera vez que se habló abiertamente de la homosexualidad en México.

Fue cuando el clamor popular decidió designar al 41 como el número para designar a los gays.

Solo que en realidad eran 42, pues el miembro escamoteado de la lista era ni más ni menos que el diputado Ignacio de la Torre (Alfonso Herrera), el yerno de Don Porfirio (Fernando Becerril).

La cinta narra la historia de este ambicioso personaje, que ve desvanecerse sus aspiraciones presidenciales, al no tener apoyo popular por su vida licenciosa con su amante Evaristo Rivas (Emiliano Zurita), ante el enojo de su esposa Amada (Mabel Cadena).

Como en toda reconstrucción histórica, al estilo de “El baile de San Juan” o “El atentado”, los personajes lucen muy tiesos, pero en este caso, al menos se cuidó la escenografía.

Pablos sortea las escenas amorosas de bigote contra bigote, sin caer en la caricatura o el humor involuntario,

“El baile de los 41” resulta pues un filme no del todo logrado, que trata de mostrar que la intolerancia y los prejuicios persisten un siglo después, pese a los matrimonios entre personas del mismo sexo.