¿Hacia la normalidad?
Poco antes de la pandemia, yo era el único espectador en Espía por accidente…
Con escasa publicidad, luego de 233 días de cierre, reabrieron las salas de cine capitalinas, con escaso aforo, pese a que trabajaron solamente al 30 por ciento de la capacidad. Una de las causas de la escasa asistencia, es que no hubo estrenos importantes.
Poco antes de la pandemia, yo era el único espectador en Espía por accidente. Ahora el ayuno hizo que duplicáramos esa cantidad para ver Amores modernos de Matías Meyer, que se puede vanagloriar de ser el primer estreno mexicano después de la pandemia.
El guión de María Camila Arias y Edgar Chías narra la historia de una familia disfuncional que se vuelve a reunir tras la muerte accidental de Armida (Concepción Márquez).
El padre, que sufre de alzheimer le confiesa a sus hijos, el amargado Carlos (Andrés Almeida), y el rebelde gay Alex (Leonardo Ortizgris) que tienen una media hermana Rocío (la arielada Ilse Salas).
La revelación cae en un momento inoportuno. Rocío acaba de terminar con su pareja Pavel (Raúl Briones), mientras que Carlos tiene problemas con su esposa Ana (Ludwika Paleta).
Meyer se había dedicado a biografías como Wadley y a filmes históricos como Los últimos cristeros, por lo que no se nota muy cómodo en los terrenos de la ficción.
Afortunadamente para él, cuenta con un buen reparto que aprovecha la química que tuvieron Ortizgris y Salas en Güeros.
Amores modernos resulta un interesante, pero no del todo logrado melodrama acerca de la familia y sus implicaciones.