Una diana para Diana
- El director de la Cineteca Nacional se confesó admirador de la actriz y la cuestionó sobre su famosa familia…
La décimo primera sesión de los Jueves de Cine en la Casa Buñuel, fue una apasionante charla entre la actriz Diana Bracho y el director Alejandro Pelayo.
El director de la Cineteca Nacional se confesó admirador de la actriz y la cuestionó sobre su famosa familia, el director Julio Bracho, el escenógrafo Jesús Bracho, su tía Andrea Palma y su sobrino Julio.
Diana confesó que no conoció la obra de su padre, sino hasta que el Museo de Arte de Nueva York programó una retrospectiva muy completa que incluyó “Distinto amanecer”, “Rosenda” y muchas más…
Recordó con tristeza que luego de la prohibición de “La sombra del caudillo”, se le dificultó conseguir trabajo y sus colegas lo veían como apestado.
Tras el abandono de su madre, don Julio se hizo cargo de su educación, hasta que inició una relación con la actriz Rosenda Monteros, por lo que fue internada en un colegio de monjas.
De ahí consiguió una beca para estudiar Filosofía y Letras en Nueva York.
A su regreso a México comenzó a estudiar teatro con José Luis Ibáñez que la recomendó para el papel de Utopía en “El castillo de la pureza”, que se convirtió en un clásico y que catapultaría su carrera a los 27 años.
Recordaría otras películas importantes de la época, como: “El cumpleaños del perro”, “Las poquianchis” y “Actas de Marusia”, donde conoció al gran actor italiano Gian María Volonté.
Pelayo le agradeció su generosidad para apoyar a nuevos directores como Raúl Busteros en Redondo y a Busi Cortés en “El secreto de Romelia”.
Asimismo charlaron sobre su carrera en el teatro que incluye obras como: “Un tranvía llamado deseo”, en la que hizo los dos papeles principales, en diferentes épocas y “Callas por siempre”.
Diana concluyó que los actores tienen dos edades, la cronológica y la histriónica. Por eso ella siempre será joven y merece por ello una diana a su carrera.