Guerra fría
- Fearmakers no es un filme de horror como pudiera sugerir su título, e independientemente de su carácter anticomunista, es un análisis acerca de cómo manipular a la opinión pública
El año de 1958 fue el más prolífico en la carrera de Jacques Tourneur, uno de los directores homenajeados en el pasado FICUNAM, ya que filmó cuatro películas.
Además de la clásica La noche del demonio, y de su aventura desértica Timbuktu, de la que hablamos en estas mismas páginas recientemente, filmó Los artífices del miedo.
Basada en un guión de Elliot West y Chris Appley se trata del típico filme de la Guerra Fría.
Dana Andrews interpreta a Alan Eaton, un ex combatiente de la guerra de Corea, que estuvo prisionero de los comunistas, que intentaron lavarle el cerebro.
Eaton aún sufre dolores de cabeza, pero intenta regresar al negocio que tenía con su socio, en el que realizaban encuestas y estudios de opinión.
Para su sorpresa se encuentra que su socio ha muerto, y que le había vendido la empresa al ambicioso Jim McGuiness (Dick Foran).
Como no tiene otra alternativa, se queda a trabajar en la empresa, y gracias a la secretaria Lorraine Dennis (Marilee Earle) descubre las misteriosas circunstancias de la muerte de su socio, y de cómo su empresa es utilizada para promover la carrera política de comunistas
infiltrados.
Pese al tiempo transcurrido, algunas de las premisas acerca de la opinión pública y las encuestas siguen teniendo validez, sobre todo en el mundo de la política.
Fearmakers no es un filme de horror como pudiera sugerir su título, e independientemente de su carácter anticomunista, se puede ver como un agudo análisis acerca de cómo manipular a la opinión pública.