ALFIL NEGRO
En México hay cerca de 100 mil sillas que se quedan vacías a la hora de la comida, en muchos hogares, con profundo dolor de esas familias, porque de acuerdo a la información, hay 98 mil 944 personas desaparecidas y de ellas, más de 30 mil se dieron en el actual gobierno federal.
Un día cualquiera de la semana, un miembro de esas miles de familias salió a la calle o acudió a una reunión o fiesta y no regresó.
Es cierto que hay instituciones oficiales para atender este delicado problema de los desaparecidos, pero los familiares se quejan de la poca atención que se les presta o de la falta de sensibilidad y de empatía con la que se conducen muchos “dizque” servidores públicos que lejos de atender con delicadeza estos asuntos, revictimizan a los desaparecidos, especialmente a las mujeres con actitudes de jueces, pues califican todo como causa “ser parte de acuerdos con el crimen organizado”, “se fue con el novio”, “por ahí andará” o “pues qué amistades tenía” y actitudes similares, hasta de burla.
Lo más lamentable del asunto es que no se ve que haya una decisión de las autoridades más fuertes y de poder para darle solución a estos casos.
El día de ayer, DÍA DE LAS MADRES, miles de madres mexicanas, con los ojos ya sin lágrimas por tantas que han llorado, se hicieron presentes en la Ciudad de México con la esperanza de ser recibidas por el Presidente sin lograrlo, y después marcharon por calles de la capital con la exigencia de que las autoridades atiendan las desapariciones de sus hijos.
Y esta marcha se replicó en muchos estados del país, porque ya el reclamo es general.
Porque ante la falta de interés real y de hechos para buscarlos, las madres se han organizado por su cuenta y con lo que pueden y tienen, con todo el amor que una madre tiene por un hijo, los buscan con gritos, palas, martillos y con las uñas, esperando muchas de ellas encontrar aunque sea el cadáver del hijo o hija desaparecida para darle cristiana sepultura.
Problema serio, sin duda, que merece una respuesta formal y responsable.
Cerca de cien mil sillas vacías en otros tantos hogares mexicanos donde falta una hija, un hijo, una madre o un padre que un día salieron a la calle y ya no regresaron.
