China se rehace para enfrentar el 2016-01-11

Después de iniciada la crisis actual del capitalismo en 2008, el Grupo de los 20 (G20) ha mostrado su incapacidad para ponerle fin, pero también su incongruencia para negociar el establecimiento de un nuevo orden económico mundial, imprescindible para poner fin a los desequilibrios actuales. El año 2016 que ha comenzado, no parece ser mejor que 2015, pero sin duda será determinante para las economías desarrolladas en crisis y para la segunda economía mundial del planeta, la economía china, la cual no ha sucumbido aún a la crisis y parece tener enormes reservas para recuperar su impulso.

 

 

China no sólo se ha ido convirtiendo lentamente en el centro del mundo capitalista mundial, no sólo es la segunda economía mundial, detrás de los Estados Unidos, sino que es una potencia exportadora y el principal acreedor de este último país. Sus enormes reservas internacionales continúan haciendo que todos los países del planeta traten de seducir a China con el fin de que lleve sus inversiones y ayude a la recuperación sus economías.

 

China tiene muchos problemas, tantos como la cantidad de ciudadanos que hacen de ese país el más poblado del mundo con más de 1.3 millones de habitantes. Estos problemas van desde la educación, la salud, la regulación de las empresas públicas, hasta la contaminación que hace estragos en la población de las áreas urbanas y lo ubican como uno de los más grandes contaminantes del planeta.

 

El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) esperado para 2015 en China del 7%, sin lugar a duda, será el más bajo en veinte y cinco años, después que acostumbrara a los observadores internacionales a tasas superiores al 11% y al 9%, en promedio anual, durante las últimas décadas. Pero no sólo el crecimiento es un problema hoy, la deuda pública sigue siendo crítica como en otros países emergentes como Brasil y México, por ejemplo; mientras que la contaminación está envenenando zonas enteras de un país cuya producción industrial depende prácticamente del carbón para generar electricidad.

 

Ahora los dirigentes chinos parecen estar convencidos de que para asegurar su prosperidad futura, el país deberá pasar de una era de dependencia de las exportaciones a una de aumento del consumo interno, de incremento de los servicios y la economía del conocimiento, poniendo fin a las exportaciones a bajo costo y aumentando la producción de bienes de calidad y con un alto valor agregado.

 

Pero los retos que tiene China frente así no sólo son la lucha contra la contaminación ambiental que envenena su atmósfera, sino también contra la corrupción que ha enrarecido la administración pública y contribuido a la ineficiencia del Estado. Una mayor apertura del sistema financiero, la convertibilidad del yuan, el fin de la política de un solo hijo, son algunas de las cosas que probablemente contribuyan a generar un mejor ambiente para los negocios y luchar en contra de la corrupción, la cual puede explicar una buena parte de los problemas ecológicos que enfrentan las zonas urbanas.

 

Sin lugar a duda, China aún tiene muchas fortalezas para impulsar su crecimiento, una de ellas será la modernización de su aparato productivo y la transición energética, lo cual deberá incidir en un mayor ingreso de los hogares y el fortalecimiento de su clase media, de la cual dependerá en buena medida el aumento del consumo interno en los próximos años. Pero también, la apertura de sus mercados al capital extranjero atraerá miles de inversionistas y las empresas estatales deberán ser más competitivas para mantenerse en los mercados.

 

Quizá por estas razones, la Unión Europea desea establecer nuevas relaciones comerciales con China, pensando en la necesidad mutua que hoy tienen de inversiones y mercados. De tal suerte que, la Comisión Europea ahora se propone discutir conceder el estatuto de economía de mercado a China, con el objeto de abrir las puertas del mercado europeo.

 

En 2001, en su adhesión a la Organización Mundial del Comercio (OMC), a China se le dieron quince años para convertirse en una economía de mercado. El hecho de que no se considerara como tal entonces, facilitó la imposición de derechos de aduana adicionales por parte de los europeos, los cuales ahora deben reducirse para bien de las exportaciones chinas en Europa y resto del mundo.

 

De esta forma, 2016 será una año importante para China, pero también será un año difícil para países como México quien tiene en los mercados estadounidenses y europeos el principal destino de sus exportaciones, las que deberán enfrentar una mayor competencia desde ahora con más productos chinos y de mayor calidad.

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