● Jia Jinglong había matado al jefe de su aldea después de una expropiación forzosa que arruinó su vida
Los expertos alegaban atenuantes. Jia se entregó a las autoridades, había reaccionado tras haber sido víctima de violencia y no perjudicó a personas inocentes. Algunos medios oficiales hicieron eco del caso para tratarlo con simpatía. La movilización no dio resultados. Jia fue ejecutado tras una última reunión con sus familiares, “como estipula la ley”.
Finalmente, China no perdonó a Jia Jinglong, el aldeano cuya condena a muerte movilizó en su defensa a internautas y célebres profesionales del Derecho. El joven de 30 años, que había matado al jefe de su aldea por la expropiación forzosa de su casa, fue ejecutado a primeras horas de ayer.
El caso de Jia había generado un intenso debate en las redes sociales en China, el país que más ejecuta del mundo. Muchos ciudadanos se identificaban con su caso: las expropiaciones sin compensaciones adecuadas ni recursos legales adecuados son una de las causas más comunes de protesta en esta nación, donde el proceso de urbanización se desarrolla a marchas forzadas.
Incluso en el último momento, una docena de expertos firmó una carta al presidente del Supremo, Zhou Qiang, para que se condonara, o al menos se redujera, la condena contra Jia. “Creemos que la revisión del caso en el Supremo no ha cumplido los estándares necesarios para aplicar la pena de muerte de acuerdo a lo previsto en el Derecho chino, y que el proceso de revisión no protegió lo suficiente el derecho de apelación del defendido y sus abogados”, denunciaban, horas antes de que se ejecutase la sentencia.
Jia estaba a punto de casarse cuando el ayuntamiento de su aldea, Beigaoying, ordenó la expropiación de los terrenos donde se encontraba su casa y la demolición de la vivienda. Después de dos años de batalla legal, y de ruptura con su prometida, el joven decidió tomarse la justicia por su mano y mató al alcalde, He Jianhua, con una pistola de clavos modificada.