Checos sesenteros

CINE DE AYER

A principios de los sesenta se produjo en Francia un movimiento que fue bautizado como la nouvelle vague (la nueva ola), que renovó la cinematografía francesa y que trajo un nuevo aliento al arcaico cine galo, que estaba anquilosado.
El movimiento fue imitado en otros países. Checoeslovaquia fue uno de ellos, cuando esa república todavía estaba unida y años antes de la invasión soviética a fines de la década.
La Cineteca Nacional ha organizado un espléndido ciclo titulado El cine checo de los años sesenta, que comprende 23 cintas realizadas en ese periodo que comprende algunos clásicos como Los dos mosqueteros de Karen Zeman, La tienda de la calle mayor de Jan Kadar, Los trenes rigurosamente vigilados de Jiri Menzel, Iluminación garantizada de Ivan Passer y Los frutos del paraíso de Vera Chytilova, que triunfaron en diversos festivales en esa época.
Pero sin duda, el más conocido de todos fue Milos Forman. Nacido en Caslav el 18 de febrero de 1932, realizó filmes como El concurso, Al fuego bomberos y Los amores de una rubia, antes de exiliarse en Hollywood donde haría obras maestras como Atrapado sin salida.
Tuvimos la oportunidad de conocer su segundo filme Pedro oveja negra. Realizado en 1964 en blanco y negro, narra la historia de Petr (Ladislav Jakim) un joven de 16 años, que entra a trabajar en una tienda como vigilante, una labor que en realidad detesta.
Su severo padre (Jan Voostrcil) se la pasa regañándolo y lo considera como “la oveja negra de la familia”.
Pero el joven no es sino el reflejo de una juventud rebelde, que verá aplastados sus sueños de amor y libertad.

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