A menudo, dice Casey Affleck, le gustan aquellas películas que echan mano de actores no profesionales para su elenco.
Y también, acepta, desde hace mucho, odia las historias que buscan el éxito comercial nada más.
“Si eres un director que puede tomar a alguien que no está acostumbrado a estar frente a una cámara y tiene una energía especial, es bueno”, dice.
“Y yo subestimé a la industria de alguna manera, no trabajé durante un tiempo, no quería hacer lo que no quiero, aunque es mi trabajo y debo ganarme la vida”, agrega.
La fórmula le ha dado frutos. Su trabajo en el western “El asesinato de Jesse James” por el cobarde Robert Ford (2007) lo nominó a los Globos de Oro y el premio Oscar, siendo considerado un actor promesa.
Ese mismo año protagonizó “Gone baby gone”, dirigido por su hermano Ben (“Batman VS Superman”), que lo catapultó entre el gusto de la crítica, calificándolo como alguien que estaba labrando su propio camino, a pesar de la sombra de su consanguíneo.
Y este domingo, precisamente con un filme independiente, “Manchester by the sea”, buscará el Oscar en la categoría de Mejor Actor.