Un binomio sumamente explosivo y que pondrá muy nerviosos a los políticos tradicionalistas, lo es esa mezcla de los candidatos independientes y las ya conocidas redes sociales.
La globalización, y en consecuencia, la tecnología, nos hacen ver que ha iniciado una nueva era para la política; una nueva generación que ha entendido que estamos inmersos en una particular forma de conocer todo lo que sucede a nuestro alrededor, en segundos, casi al instante, y eso incluye todo lo relacionado con la política.
Pero esa nueva era no conviene a los políticos conservadores, pues entre las redes sociales y los candidatos independientes ven un riesgo para su estabilidad, emocional y económica, y por lo tanto, cuando menos en lo que respecta a los candidatos independientes, tratarán de frenarlos para que no vayan ganando terreno, aunque hasta esa actitud beligerante podrá ser conocida por todos los ciudadanos que naveguen en la nube de la tecnología.
El ciudadano que ha despertado con el sismo del 19 de septiembre ya nadie lo podrá dormir, y los que aún se encuentran somnolientos, la inercia del movimiento político y tecnológico terminará por despertarlos.
Tal vez por ello la educación hoy día sea la joya de la corona, pues quien controle a la educación tendrá la ventaja para controlar el poder y todas las prerrogativas que ello representa.
La sociedad ha descubierto que la capacidad de convocatoria se potencializa a través de las redes sociales, y que somos capaces de armar una manifestación de inconformidad de un día para otro, y eso no creo que convenga a los incumplidos tradicionalistas, pues lo que empieza como una bola de nieve, ya vimos que se puede convertir en una avalancha de la que algunos oportunistas se tratan de agarrar para no salir revolcados.
Ya veremos el papel que en el siguiente proceso electoral juegue ese binomio tenebroso o milagroso, según del lado en que se encuentren los actores políticos y sociales; en lo que a mí respecta, ya le veo desde ahora un profundo y trascendente protagonismo.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.