HECHO EN HIDALGO
Dentro de las instalaciones del pabellón artesanal de la Feria de San Francisco se encuentra en una de las esquinas don Crispín Torres Hernández, quien recibe a los visitantes con una sonrisa y con un amable saludo para mostrar las obras que con sus manos realiza.
Con diferentes texturas, colores y tamaños, las artesanías realizadas con mimbre, jarilla, sauz, sabino o sangregado, son unas de las que más se realizan en la comunidad de Gandhó. pertenecientes al municipio de Tecozautla, y también los que tienen un mayor consumo por parte de los visitantes.
A pesar de que en la elaboración de dichas artesanías, así como en la preparación de las materias primas, se dificulta el manejo con las manos, Crispín relata que para él ya con la costumbre y la práctica que data de hace más de 40 años, esto se vuelve cotidiano y con ello la velocidad aumenta.
“Al inicio pues te cuesta el darle vueltas, y luego para poder amarrarlos también es difícil, pero ya con la experiencia que uno tiene, la canasta o lo que vayamos a hacer se deja o hacemos que se deje y continuamos con nuestro trabajo”, señala con una sonrisa en el rostro.
El artesano tecozautleco, dice que la mayoría de la gente en su comunidad se dedica a hacer esto, y abunda en el hecho de que a pesar de dicha situación, no muchos deciden salir de su lugar de orígen para ofrecer sus creaciones, pues con los balnearios que hay en su municipio, lo único que deben hacer es llevar sus canastas lo más cerca posible de dichos lugares.
“Yo sí vengo para acá o a donde quiera que me lleven a las ferias, pues a mí me gusta que la gente conozca más acerca de mi trabajo y vea cómo lo hago, además allá (en Tecozautla) ya hay varias personas que lo venden, y por acá es muy raro que te encuentres a alguno”, dice.
Herencia de sus padres y abuelos, Crispín Torres Hernández señala que este arte no se lo ha mostrado a sus hijos, pues no tiene comunicación con ellos desde hace ya un buen rato, y dice que por tal motivo, él viaja solo a todos los lugares en donde se expone el producto hecho con sus manos.
Sobre si hay algún material que cueste más trabajo, el representante del valle del mezquital dice que todos son parecidos, pues las varas tienen condiciones similares a la hora de enredarlos para construir las canastas, moisés, saleros, pingüinos y demás artesanías.
El proceso de realización de estos productos se lleva un día entero, según nos comenta, pues el primer paso es que desde muy temprano se debe acudir a un balneario para que se hornee el material en un horno especial, y a partir de ahí empezar con el proceso de realización, “trabajamos de sol a sol”, señala.
“Me gusta todo lo que hago” dice, y replica que está conforme con lo que él diseña, añadiendo que día con día, piensa y crea nuevas formas que seguramente llamarán la atención en el público y de esta manera, el resto de las personas podrán distinguir el trabajo que se realiza en su región.