La vida en el planeta parece empeorar y muchos gobernantes, como el presidente Donald Trump, parecen poco impresionados por los desastres naturales recientes y sus consecuencias. Mientras el presidente estadounidense busca su reelección y cumplir fielmente sus promesas de campaña que lo llevaron a la Casa Blanca, la derecha continúa reposicionándose en Europa, Asia y América Latina, gracias a los errores de los gobiernos progresistas. Gracias a que parecía el eslabón más débil del capitalismo, de donde saldría una nueva alternativa de desarrollo, terminó cediendo a la presión del Banco Central Europeo, del FMI y de la Comisión Europea; mientras en América Latina sigue la persecución contra ex presidentes progresistas como Lula, Rafael Correa, Cristina Fernández, entre otros.
La derecha se ha puesto del lado de la destrucción del planeta y en contra de la vida en él. El presidente Trump sacó a su país en junio de 2017 de los Acuerdos de París, sobre la lucha contra el calentamiento global firmado por 195 países, bajo el argumento supremo de defender los intereses nacionales sobre los globales y arguyendo que era un invento chino para robar sus mercados. Lo cierto es que nada le interesa a este presidente que no sea cumplir sus promesas y reelegirse; de aquí su afirmación al romper con el pacto mundial para luchar contra el calentamiento de la tierra: “he cumplido una tras otra mis promesas…no vamos a perder empleos; por la gente de este país salimos del acuerdo… es hora de poner a Youngstown, Detroit y Pittsburgh por delante de París…”, señaló en su momento.
La semana pasada, el panel intergubernamental de expertos sobre el clima de la Organización Naciones Unidas (ONU), presentó su informe sobre el uso de la tierra en Ginebra, Suiza. La preocupación de los expertos es clara, al señalar que al ritmo al que se calienta la tierra se volverá inhóspita pero también hostil en poco tiempo; si para 2100 aumenta la temperatura en 2 grados, algo que los Acuerdos sobre el clima de París debería evitar a toda costa, para evitar que la humanidad vea afectada su seguridad alimentaria, en principio, y la migración se convierta en un problema incontrolable en busca de la supervivencia en la tierra.
El grupo de expertos de la ONU, están preocupados por la hambruna que puede provocar el aumento de las temperaturas en 4 grados. Los expertos (107 coautores) coinciden en su informe que abarca más de 1200 páginas, en que hoy el nivel de alerta mundial sobre el calentamiento es mayor; debido a que la tierra está bajo una presión creciente por las actividades humanas, la cual está causando una degradación significativa del suelo, pues hoy una cuarta parte de la superficie de la tierra y sin hielo se han quedado sin cultivar, de acuerdo a los expertos; gracias a que la desertificación está aumentando en un 1% anualmente, haciendo que 500 millones de personas vivan en hoy en áreas desérticas; sobre todo en el norte de África, la península arábiga y al bordean del Mediterráneo.
Quizá este tema preocupe poco al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, amigo del presidente Trump y nuevo enemigo del planeta, quien ha iniciado una campaña de destrucción del Amazonas. Pero el informe de expertos de la ONU es irrefutable y va más allá de los caprichos políticos e intereses personales de los mandatarios; éste señala que, como resultado de la desertificación, la tierra se está empobreciendo y la calidad nutricional de los cultivos está disminuyendo; por lo que al final, irrefutablemente, habrá menos tierras cultivables, sin duda, millones de campesinos emigrando a las ciudades, aumentos en los precios de los productos agrícolas y hambruna; nada que no podamos imaginar ahora sobre el futuro del planeta.
De acuerdo al Informe, en uno de los escenarios, los precios de los cereales podrían aumentar 7.6%, en un promedio, para 2050, lo cual aumentará los riesgos de supervivencia en el planeta, frente a un aumento incesante de la población mundial; de la cual los expertos concluyen que podría ser de casi 10 mil millones de habitantes para ese año, 3 mil millones más que los 7 mil millones de hoy.
Hay muchos datos escalofriantes en el informe, pero de nada servirá si los gobernantes no diseñan políticas públicas para hacer frente al calentamiento global a partir de ello. El informe señala que la agricultura es, en buena medida, responsable del calentamiento global y contribuye a la generación de gases efecto invernadero en un 37%, en tanto que la ganadería es responsable de 2 tercios; mientras que, en las dietas de los habitantes del hemisferio norte debería reducirse el consumo excesivo de carne y aumentar en los del hemisferio sur, cuya dieta es pobre en proteínas animales.
No obstante, lo más agobiante es que, entre un 25% y 30% de la producción de alimentos no se consume y se tira, sobre todo en las grandes ciudades de los países desarrollados y emergentes, donde más de 2 mil millones de adultos padecen de sobrepeso u obesidad, contra 821 millones de personas que enfrentan problemas de desnutrición.
Estamos pues frente a un ambiente desolador en el planeta, frente a un futuro inmediato oscuro para la humanidad, pero sobre todo para millones de seres humanos que habitan en condiciones de miseria. En el caso de México, donde el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL) acaba de informar que en 2018 había 52.4 millones de mexicanos en condiciones de pobreza, menos que los 55.3 millones de 2014, y el Consejo de Evaluación del Desarrollo Social de la Ciudad de México (EVALÚA), ha precisado que en realidad existen 90 millones, hacer frente a los problemas del calentamiento global, de pobreza y alimentarios, será un enorme reto para el nuevo gobierno, cuyas políticas deberán ser sustentables, propiciar la inclusión social y el desarrollo, para preservar la vida en el planeta.