El Congreso estaba bien repleto,
con los no amantes del Pleno.
La Ola Celeste armaba el arguende,
todos insultando de repente….
Pedían gritando: “¡no al aborto!”.
“Ni en verano, ni en otoño,
que la vida siga”, la ola pedía,
Aunque cada vez, está peor la economía.
Llamaban genocida al contrario,
aunque la palabra no va al caso.
Y así, después de brincar y dañar la propiedad,
todos felices se salieron a festejar.
Cuando estaban llegando a la esquina,
las luces se apagaron de forma repentina.
Fue entonces cuando vieron a la calaca
Que lucía más tilica y bien flaca…
“Iba de paso, pero escuché su escándalo”, les dijo.
“Por favor, no nos lleves”, todos imploraron.
“Somos buenos cristianos”, entonaron.
“Es cuestión de modales, en ustedes, cuestionables”.
“Seremos mejores”, una dama prometió,
“No haremos desmanes”, alguien más habló.
“Pero dejen a los pequeñitos”, susurró
“Necesito a unos poquitos”, finalmente musitó.
