Cada vez más bajo…

Cuando creo que en política ya tocamos fondo…se presenta un nuevo proceso electoral.

Sin medir las consecuencias, el lenguaje con el que algunos candidatos pretenden llegar al ánimo de los electores dista mucho de la propuesta congruente que el País necesita para su desarrollo; agitadores de la política, que en ausencia de una oferta viable, deciden irse por la fácil: el engaño al prometer lo que no pueden; el ataque, la denostación; el chantaje sentimental al crearse una atmósfera de mártires de la democracia, haciendo creer a la ciudadanía que son objeto de las malévolas persecuciones de los gobiernos en el poder.

Pero su pequeña estatura de miras no les permite ver a esos políticos de ocasión, que usar un lenguaje destructivo, lleno de rencores enfermizos, polarizando a la sociedad entre lo blanco y lo negro, lo único que están ocasionando es crear un peligroso clima de enfrentamiento que puede desbordar pasiones y llevar a la violencia absurda.

Una muchedumbre encrespada se vuelve irracional, solo actúa y no piensa, es capaz de rebasar cualquier orden establecido y convierte en dogma todo pensamiento que se identifique con el movimiento que estén llevando a cabo, ya sea para reforzar dicho movimiento, o tal vez para justificar sus violentas acciones; el caso es que una masa montada en su macho es difícil de controlar y eso no lo quieren entender los candidatos que llevan sus alforjas llenas de agresiones contra sus adversarios; en estos casos, hasta un mínimo detalle se vuelve una alerta roja.

Habrá quienes minimizarán los hechos y los considerarán como acciones aisladas, sin embargo es de resaltar que la población que toma acciones violentas siempre justifica sus actos con el argumento de que son víctimas del sistema y de la opresión y discriminación de las autoridades; argumentos todos ellos, que paulatinamente han sido inyectados por la esquizofrenia de los deseos de poder de actores políticos de todos los Partidos.

Ya lo vimos en el simulacro de debate por los candidatos a la gubernatura del Estado de México, que más que debate se trató de un monólogo compartido en el que los aspirantes dedicaron más tiempo a la denostación y a alimentar a su ego, que a informar sobre un propuesta viable de crecimiento estatal.

La confrontación y la violencia, común denominador en los recientes procesos electorales, se están convirtiendo en el principal argumento de defensa contra todo aquello que afecte a intereses personales.

Hoy día, se ha vuelto una constante, los políticos convertidos en representantes populares, se olvidan de sus sagradas funciones por las que pidieron nuestro voto, y se dedican a preparar su siguiente nominación, su siguiente candidatura, y se olvidan de cumplir con lo que comprometieron en campaña, y en ese proceso, no dudan en enfrentar a la sociedad en una guerra contra la nada.

Lo cierto es que cada vez nos hundimos más en tanta mugre de la política; en cada proceso electoral aprendemos a ver los errores de los demás y no volteamos a ver los nuestros, hermano contra hermano en donde la autocrítica se ha convertido en un sofisma.

Pero no tiene la culpa el indio sino quien lo hace compadre, pues los mexicanos seguiremos teniendo una clase política de tan bajo perfil mientras sigamos sintiéndonos felices en ver cómo los políticos se mientan la madre unos a los otros, o que cierto día nuestro diputado o senador, después de muchos años en la política se acuerda que tiene que justificar su presencia en ese recinto y por fin se anima a subir a la tribuna a proponer alguna bobería que será aplaudida por sus besamanos como si fuese la propuesta que marcará el rumbo del país.

Cada cual tiene los políticos que se merecen, no lo sé; pero de lo que sí estoy convencido es que hoy nos merecemos más propuesta seria y no solo el circo que diariamente vemos en quienes nos representan.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

Miguel Rosales Pérez

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