Cada quién su sueño 



PEDAZOS DE VIDA

En aquel entonces, yo andaba de viaje por la sierra, el constante frenar y acelerar hizo que mi carcacha del 92 comenzara a calentarse (sí ya sé que no es conveniente llevar un automóvil tan viejo para allá), y antes de que pasara a mayores, decidí tomar un camino de esos que llevan a las comunidades. El sol estaba en todo su esplendor y a un lado del camino que parecía empanizado por la tierra suelta, me detuve para pedir agua en una tiendita, ahí también aproveché para comer unas enchiladas que acompañé con una cervecita.

Si usted sabe lo que significa una cerveza bien fría en tiempos de calor, el sonido de cuando se destapa la botella, la espuma que se forma en el vaso que lueguito le entré a la cervecita y comienza a sudar, usted ha vivido con bien, pero si usted sabe lo que es despertar a mitad de la calle, crudo y con el mismo sol, quizá usted se haya pasado de vivo….

Junto a mí, estaban tres señores que se veían algo traqueteados por el tiempo, pero con voces fuertes como las que se gestan en la Sierra, que platicaban entre cerveza y cerveza sobre las ilusiones que movían a cada uno.

    •    Es que compadre, cada quién su sueño-  repetía una y otra vez el del sombrero carcomido por el tiempo, hasta que tomando entereza volvió a la conversación.


    •    Para asté su sueño era tener su jacalito y sus animalitos, y los tiene o ¿qué no?- preguntó.


El compadre que no quería reconocerlo para no sentir que perdería la discusión contestó titubeando “pos sí”.

    •    El Juvencio se quiso hacer cura y ahí anda en la iglesia de allá abajo, ese era su sueño, ¿Así mero fue, verdad Adrián? 


El que parecía ser Adrián estaba más borracho que entero, ya nada más volteaba la cabeza para donde estaba uno y donde estaba el otro y hacía como que entendía para luego asentir.

    •    El problema compadre es que yo no tuve sueños, a mí me los robó el nahual, tengo casa, tengo hijos, tengo animales y tengo feria para tomarme esta caguama, pero que yo me acuerde nunca quise tener una casa, nunca soñé con tener esta familia y tampoco los borregos que siempre nos andan sacando de apuros- dijo el compadre tratando de convencer a los demás.


Y continuó, – el que sí tiene sueños es este- dijo, en tanto empujaba con la mano al hombre de a un lado, el que creo se llamaba Adrián. Entonces fijó su vista en mí, me dijo – ¡salud amigo!- y al notar mi sonrisa – ya ve porque no es bueno hablar de sueños, apenas dice uno “sueño” y estos cabrones se duermen,- así me pasó a mí cuando aquella noche, el nahual me robó a los míos.

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