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Buscando a Martha

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LA GENTE CUENTA

Cuerpos llenos de sudor se pegaban uno con otros, interpretando una danza exótica, provocativa y sensual, mientras las luces cambiaban de color conforme el ritmo. Rogelio trataba de pasar entre los danzantes, con un rostro de preocupación que desentonaba con las sonrisas y los gestos de excitación, propios de una fiesta.
    -¡Martha! ¿Dónde estás?
    En un espacio muy reducido, donde antes habían sillones, mujeres con vestidos cortos y entallados movían su cuerpo con bastante soltura, mientras que los caballeros, de camisas oscuras y cortas, y pantalones casuales, trataban de seguirles el paso, algunos de forma torpe.
    -No mames, Martha, ¿dónde andarás esta vez…?
    Rogelio seguía buscando a través de los rostros extasiados por el ambiente, sudorosos, pero con la energía que se requería para aquel ritual; a través de las parejas que se formaban en algunos rincones oscuros, a punto de descargar su frenesí sobre el suelo.
    -Oye, Memo, ¿no has visto a Martha?
    -No, mano. Hace rato andaba bailando, y después la vi con un fulano en la cocina.
    Dentro de la cocina, más jóvenes aprovechaban una pausa para recargar sus cuerpos con mezclas con todo tipo de líquidos para formar una especie de elixir dulce y con sabor a alcohol. Le ofrecieron uno a Rogelio, él lo rechazó sutilmente.
    Salió al jardín principal, donde más almas llegaban a invadir tan poco espacio; le preguntó a cada uno de ellos el paradero de Martha, nadie le supo dar una respuesta concreta.
    Regresó a la pista de baile, tratando ver entre los cuerpos sudorosos, dentro de esos movimientos hipnóticos de cadera, entre los amantes nocturnos de una sola ocasión y las botellas de alcohol, si había algún rastro de Martha.
    -Oye, wey, ¿buscas a la Martha? Está en la planta alta
    Sin agradecer ni pensar, Rogelio se dirigió hacia la escalera. Una vez arriba, aunque agitado por la carrera, decidió abrir aleatoriamente una de las tantas puertas.
    -¡Roger! ¿Qué chingados haces aquí?
    Martha, a punto de quitarse el sostén frente a su cita, ante la intromisión de Rogelio, se puso inmediatamente una sábana frente a sus pechos, mientras lo miraba iracundamente.
    -Perdón, pero te busqué porque afuera te está buscando tu jefa. Dice que ya es tarde y te tienes que encargar de las bendiciones…