Buenos días, paloma blanca.

Vienen por todos lados, vienen desde los Barrios Altos, vienen de las periferias, vienen de las comunidades cercanas y no cercanas de la capital hidalguense, y aunque las temperaturas son muy bajas a las 11 de la noche, todos tienen un factor común denominador: vienen con la devoción en alto, con sus imágenes y estatuillas a cuestas y sus familias, y sobre todas las cosas, vienen por agradecimiento a la Virgen de Guadalupe.

La pequeña, pero numerosa verbena da la bienvenida a los peregrinos que van llegando desde los más remotos lugares, los puestos les ofrecen un pequeño descanso, ya sea para comer y tomar algo caliente para este clima tan gélido, y a medida que uno avanza  encuentra majestuosa la Basílica Menor de Nuestra Señora de Guadalupe, adornada con flores en la puerta principal. Es quizá el mejor rincón para reposar.

Adentro hay muy poca gente, pero con mucha devoción y fe, van desde familias completas acompañadas de un grupo musical, hay organizaciones y empresas que acuden puntual cada 12 de diciembre a agradecerle a su morenita: taxistas, choferes de rutas colectivas, gaseras, tiendas departamentales, todos tienen a su Virgen de Guadalupe.

Pero también existe un extremo contraste: Hay familias de muy bajos recursos que salieron de sus lugares de origen, y sin tener nada más que sus dos pies y su devoción hacia la Virgen, salieron caminando, sin importar la distancia, el frío y las inclemencias. Para ellos, llegar a La Villita es una especie de meta en la que finalmente se puede descansar.

Medianoche. Las primeras notas del órgano salen, como diría el padre Tomás Roque: “Para celebrar a la Virgen a la manera más mexicana”, interpretando Las Mañanitas con cambios en la letra original; en ese momento no se ve la diferencia entre persona y otra, aquí todos cantan con la fuerza de la fe, como cuando un ser querido cumple años y se le va a festejar en grande.

Y después le sigue “Buenos días, paloma blanca” y la clásica, “La guadalupana”, esa descripción lírica de como la Virgen de Guadalupe se le apareció a Juan Diego para manifestar su voluntad de edificar un altar en su honor, en la cima del cerro del Tepeyac y en donde tiene el carácter de sagrado, casi como el Monte Sinaí para los judíos.

Van llegando más y más gente a la basílica, van cargando su Virgen, cargan con su fe, cantan y adoran su imagen, al final todos aplauden y con todo, mientras el frío sale del recinto. Sólo quedan las personas que llegaron por su cuenta, los que se arrodillan ante el altar y le rezan, porque gracias a ella sus vidas siguen latentes.

Related posts