Bombardear hospitales, guerra sucia contra débiles

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“Existen leyes, bien definidas de Derecho Internacional Humanitario, que generan y defienden un espacio de protección para no beligerantes o enfermos en zonas de guerra». Con cada bombardeo sobre un hospital civil se incumple esta normativa. «Estamos pisoteando líneas rojas de manera sistemática y lo están haciendo actores muy emblemáticos a nivel político”.
Atrás quedaron los tiempos del barro, los cañones, las trincheras, el cuerpo a cuerpo y la concordia en el campo de batalla. Hoy, aunque los soldados siguen siendo soldados, los drones hacen el trabajo sucio de las bayonetas, las armas químicas ahorran tiempo y la ética bélica queda para los libros de historia.
En pleno siglo XXI, con multitud de tratados que regulan las guerras y las relaciones entre países, los civiles son objetivo militar y los ejércitos atacan sin contemplaciones hospitales en Siria, Afganistán o Yemen repletos de civiles que se han topado con la guerra.
«Cruzar esta línea roja sin que pase nada cada vez nos acerca más a la triste realidad de que no va a ser posible cuidar a los enfermos en zonas de guerra», lamenta Joan Tubau, director general en España de Médicos Sin Fronteras (MSF), una organización que ha sufrido en primera persona el problema ya que, en los últimos meses, varios de los hospitales a los que apoya en dichos países han sido bombardeados.
En 2015, según los datos de MSF, hubo 106 ataques a 75 hospitales apoyados o gestionados por la organización: 63 en Siria, cinco en Yemen, cinco en Ucrania, uno en Afganistán y otro en Sudán. En lo que va de 2016, 18 de sus hospitales han sido atacados: 16 en Siria y dos en Yemen. «Claro que a veces nos pasa por la cabeza volvernos, dejar de ir», reconoce Tubau, quien incide en que los médicos de su organización no son «ni mártires ni suicidas» y que ya ha habido lugares, como Somalia, donde han dejado de cooperar en virtud del alto riesgo que corrían sus vidas.

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