• El presidente electo apuesta por la creación de un nuevo régimen de trabajo con menos garantías para tratar de dinamizar el empleo
A diferencia de los Ejecutivos del Partido de los Trabajadores (PT), que pusieron el énfasis en las condiciones laborales, el neoliberal Bolsonaro sitúa el foco sobre el “tormento” que supone, a su juicio, ser empresario en Brasil: “Yo no quiero serlo, por la problemática que tendría que enfrentar”
Cuando Jair Bolsonaro tome posesión como presidente de Brasil el próximo martes, una de las primeras medidas que ha prometido tomar busca solucionar el problema del desempleo en el país, que roza el 12% de la población activa. El giro que propone supone una fuerte flexibilización del mercado de trabajo, sobre todo para los jóvenes. Y es, en parte, contraria en algunos puntos a la Constitución y al Estatuto de los Trabajadores.
Su plan aún no ha sido detallado: pese a la magnitud de los cambios que ha dejado entrever, el programa con el que se presentó a las elecciones en octubre pasado apenas le dedicaba cinco líneas.
Según Paulo Guedes, futuro ministro de Economía, le corresponderá al joven optar por el régimen laboral que quiera: “La puerta de la izquierda tiene sindicatos, legislación laboral para protegerlo y cargas. La puerta de la derecha tiene contratos individualizados que no incluyen en principio ni cobertura médica ni pensiones”. Se crearían, de esta forma, dos modalidades de contratación, todavía sin concretar.
Las nuevas modalidades de contrato que se pretenden crear “no tienen cargas laborales y la legislación es como en cualquier parte del mundo: si te sientes molesto en el trabajo, acudes a la justicia y lo solucionas”, según ha adelantado Paulo Guedes, futuro ministro de Economía del Gobierno de Bolsonaro.
En la práctica, estos cambios crearían un régimen laboral paralelo y equipararían la legislación a las duras condiciones que sufren los trabajadores informales, tal y como ha dejado entrever el propio presidente. Todo, dice, para que se puedan generar nuevos empleos.