Home Nuestra Palabra Blanca Vargas Martínez Por el Derecho a Existir

Por el Derecho a Existir

0
Por el Derecho a Existir

La exigencia interminable

Una dualidad atraviesa de forma continua los cuerpos y pensamientos de las mujeres, por una parte, la exigencia por siempre hacer más, la idea de tener que ser merecedora de todo (desde los afectos hasta los alimentos) y por otra parte el sentimiento de insuficiencia, el sentir de manera repetida que a pesar de los esfuerzos no se alcanza la plenitud.

El auto reconocimiento es una deuda presente de las personas, pero especialmente de las mujeres, estar construidas a partir de la mirada de los otros, imbrica un estado desequilibrante en todos los aspectos porque requiere de la afirmación constante, de propios y extraños.

Constantemente mi madre me pide que pruebe los alimentos que está preparando y fiscaliza los gestos que derivan después de degustar, su estado de ánimo inmediato depende de la crítica que reciba de los sabores experimentados, esto a pesar de saber que posee una sazón privilegiada y que hace un uso tan perfecto de las especias que poco abona una opinión como la mía tan carente de conocimientos culinarios.

Sin embargo, le puede, y le puede un buen comentario como en el caso contrario, eso me parecía algo muy particular de ella. Pero la experiencia, el compartir con otras compañeras, observar, analizar y pensar en las formas diversas en las que coexistimos, me da para pensar cómo estamos en un juego perverso de incesante auditoría y comprobación.

Auditamos los actos propios, pero también los de las compañeras, revisamos la forma de vestir, de hablar, de cómo pensar y suponemos que nunca es adecuado, que faltó algo, como si la plenitud fuese un elemento inalcanzable, por el que siempre se deba estar trabajando o bien, haciendo el caldo gordo al capitalismo y estar en la eterna competencia.

¿Cómo se entiende la plenitud para las mujeres? En días pasados escuchaba con atención a mujeres diversas que ejercen liderazgos desde distintas esferas del poder público, mujeres que de alguna forma se podrían calificar como exitosas. No obstante, algunas voces se quebraron al hablar de sí mismas y de la manera en que llegar al lugar donde están les ha implicado sacrificios.

Me vuela la cabeza pensar en los sacrificios o renuncias que deben hacer las mujeres, porque esto implica que el estado de plenitud es un privilegio por el que se debe pagar un precio altísimo cuyos pagarés que se quedan en empeño, son la familia, los sueños académicos, el tiempo para sí mismas, la recreación, eso por decir lo menos y aun con ello, la plenitud parece una prenda inalcanzable.