“BIENVENIDO, VIEJO, ESTÁS EN TU CASA”

 

Mauricio Pablo es uno de los afortunados que no han sacado a patadas. Procedente de la Unión Americana, llegando y rajando leña con su vieja, aprovechando todo el tiempo perdido de cuando se quedaba solo, como perrito sin dueño. A los pocos meses, bajó de peso, de 70 kilos que pesaba, llegó a pesar 55 kilos. Estaba flaco y descolorido. Su esposa Maribel Isidro le dijo que fuera a ver un doctor. Y resultó que tenía Sida. La cosa se puso color de hormiga con su vieja.

Se sacaron sus trapitos al sol: “con que vivías solito, méndigo, y ya me diste en la madre, honde que estabas como maratón, tres veces al día; pero eso no se va a quedar así, me la tienes que pagar”.

Y comenzaron a hacer cuentas de los billetes verdes que le mandaba, y como fallaron la matemáticas y había desfalco en sus ahorros, se enojó el hombre y decidió poner fin pero no a su vida, si no a la de su mujer, y la ahorcó.

Esto sucedió en el municipio de Francisco I. Madero. La fémina quedó tirada en la cama. El asesino se fue a entregar con la Policía Municipal.

La noche del domingo, 11 de febrero, Mauricio se presentó ante el comandante de guardia de la Dirección General de Seguridad, y le dijo: “Vengo a entregarme, acabo de matar a mi esposa”.

El comandante Pistolas avisó a sus superiores de lo que pasaba, y mandó a un pelotón a que lo fueran a meter a la bartolina, y, por las moscas, lo esposaron. Lo llevaron ante el Ministerio Público, donde rindió su declaración.

“La mañana del pasado domingo comencé a preguntar a mi señora Maribel, dónde había quedado la bolita, perdón, mis ahorros, porque yo le mandaba todo lo que ganaba en dólares; ella me dijo que los había guardado a plazo fijo en un banco, porque era el patrimonio de sus hijos, y que se los entregaban el mes de febrero de este año”.

Las mentadas de madre fueron subiendo de tono. Le comenzó a sacar la mujer, de que tenía el Virus de Inmunodeficiencia Humana, o para darme a entender, tenía Sida. Y que se la había pegado, y que por eso no le iba a entregar nada de lana. Los gritos salían de una casa de la comunidad de Tepa, del municipio de Francisco I. Madero, Hidalgo.

Salieron a madrazos, y cuando la mujer se descuidó, se le aventó como luchador rudo.  La tiró en la cama y sus manos se convirtieron en unas pinzas de acero, apretándole el gañote hasta que se quedó quieta.

Cuando quiso revivirla, era demasiado tarde. Había dejado huérfanos a sus tres hijos. Se miraba las manos y no podía creer lo que había hecho. Dos horas se pasó mirándola, sin quitarla vista, y luego salió llorando, se fue a entregar a la policía.

Fue trasladado ante el agente del Ministerio Público de Actopan, donde las autoridades dieron el banderazo para el inicio de las investigaciones. Por lo mientras, se quedó encerrado en el calabozo, por el delito de homicidio.

 

LE EXPLOTÓ UN COHETÓN EN LA CARA

Sucedió en el municipio de Calnali, Hidalgo. Cuando la gente presenciaba los festejos del carnaval, de pronto, una mujer cayó como fulminada por un rayo, luego de que un cohetón le explotara en la cara.

Le costó la vida a Rosa Elena, de 52 años, la noche del pasado 12 de febrero, cuando todo el pueblo festejaba. El cohete fue encendido en la plaza principal, subió haciendo zigzag en el cielo, pero luego se dio la vuelta como un misil controlado, y se fue derechito a la cara de la señora, que ni pío dijo; sólo se escuchó la explosión y ella salió volando de la batea de la camioneta donde viajaba.

La mujer era vecina de la Ciudad de México, y había acudido al municipio de Calnali para celebrar con sus familiares, los famosos desfiles de carnaval. Y ya no vivió para contarlo.

Comentaron que no hay delito que perseguir, pues los indios serranos acostumbran quemar cohetes, al fin que no se los decomisan, ya que es una fiesta tradicional, y  queman los fuegos pirotécnicos.

Dijeron los organizadores que ya habían quemado un “torito” y faltaban otros dos antes de encender el castillo cuando, de pronto, vieron una lumbre que silbaba y se fue a estrellar con la ahora difunta.

Los familiares de ella, sin saber que se había ido al Valle de las Calacas, la llevaron al Centro de Salud de Calnali y después a una vivienda, donde murió. Llegó el Ministerio Público de Malango, para comenzar las averiguaciones.

 

YA NI LA RASPAN LOS LADRONES

Le robaron su camioneta mientras cuidaba a su esposa enferma. En un abrir y cerrar de ojos, los amigos de lo ajeno lograron apoderarse de una unidad aparcada en una de las calles cercanas al Hospital General de Pachuca.

El automotor era propiedad de Alberto, que hacía cambio de turno para cuidar a su mujer, internada en el Seguro Social. Se trata de un Nissan rojo, placas de Hidalgo,

propiedad de su cuñada Lorena (por fin, ¿es de él o de su cuñada?).

Declaró que es nativo de Zacualtipán. Como no encontró estacionamiento cerca del IMSS, dejó el carro frente a las oficinas de la agencia del Ministerio Público, adscrito a dicho nosocomio, a efecto de relevar a su cuñada Lorena, quien se regresó a su casa, pero ésta no tardó nada en volver con él, para decirle que ya los ladrones le habían madrugado con la camioneta.

Pidieron ayuda a los uniformados de la Policía Municipal, quienes, por radio, pusieron al tiro as sus colegas, para que buscaran la camioneta, sin tener resultados positivos.

El valor comercial del automotor hurtado es de 40 mil pesos. Piden, de la manera más atenta, que pongan mayor vigilancia porque en sector es un verdadero nido de ratas.

 

LO DESMADRAN Y LO MANDAN AL HOSPITAL

Un comerciante fue a dar al hospital tras recibir una madriza de parte de tres sujetos, cuando hablaba por teléfono, en la pachuqueña colonia Santa Julia.

El lesionado se llama César, de 22 años. Por tanto madrazo que recibió, fue hospitalizado.

Expuso ante las autoridades, como había estado la onda. Como a las 7 de la noche, estaba sentado sobre la acera de la avenida Rojo Gómez, en Santa julia, por la panadería que se llama “La Especial”. Hablaba muy contento, con su novia.

De pronto se pasó una camioneta roja, toda desmadrada, del año del caldo, en la que viajaban tres sujetos de aproximadamente 28 años. Se lo quedaron mirando muy feo y lo insultaron para provocarlo, pues se veía que tenían ganas de pelear. Los tiró de a locos y siguió hablando con su greñuda.

Fue interrumpido abruptamente por una patada que le dieron en la cara. Sintió que se le cayó el cielo. Todo atarantado se echó a correr, antes de que lo mataran. Como pudo abrió la puerta y se metió a su casa.

Los rijosos entraron a darle la segunda tanda. Fue cuando los dueños del inmueble llamaron a la policía pero se tardaron tanto en llegar, que cuando lo hicieron ya se habían fugado.

Sólo encontraron a César, todo desmadrado. Llegó la ambulancia y se lo llevaron al Hospital General para que fuera atendido. Le pidió al Ministerio Público que apañaran a los que le pegaron, pues lo dejaron como el Monstruo de la Laguna Negra.

 

LE CAYERON CON LAS CHEVES EN LAS MANOS

Unos borrachos quisieron seguir la parranda robando 15 cartones de cervezas de las grandes, que se les conoce como caguamas, pero les falló el tiro, y ahora están crudos en la galera de la barandilla.

Los hechos fueron descubiertos a las 7 de la mañana del domingo, por Marco Antonio Sandoval, empleado de eventos ”Corona”, quien vio a unos tipos que se conejeaban las cajas de chelas por la puerta de atrás.

Llamó al policía y les dijo que estaban robando en la empresa de cervezas Corona, ubicada en la avenida Melchor Ocampo, colonia Atenco, en el municipio de Tepeji del Río.

Los popochas utilizaron un operativo llamado “Localización inmediata de cacos de chupe” y les resultó, pues le cayeron en la marona a Rubiel Guillermo, de 29 años, con domicilio en la avenida de los Cedros, de la comunidad de Santiago Tlapanaloya. Tenía en su poder 15 cajas de cerveza con 12 botellas de 940 mililitros cada una, un total de 180 “caguamas”, por lo que fue puesto a disposición del Juez Conciliador en turno.

Por más que lo interrogaron, no quiso dar nombres de sus cómplices. Sostuvo que solo estaba robando y solo se quedara en le bote.

Le pidió una Chela para la cruda al dueño del negocio. Le mentó la madre y no se la quiso dar.

 

LO DEJARON A PATA DE PERRO

Ramón Herrera se quejó amargamente con el agente del Ministerio Público, diciéndole que no es justo que le hayan robado su coche Volkswagen azul, modelo 85. Dijo que hace unos días lo acaba de comprar para arreglarlo y que quedara como nuevo.

Comentó que lo dejó aparcado afuera de su casa, ubicada en la calzada Veracruz 402, de la colonia Villa Aquiles Serdán, mejor conocida como San Bartolo. Llamo al 911 para pedir que fueran pronto porque era una emergencia.

Cuando llegaron los cuicos se entrevistaron con el agraviado, que no dejaba de echar madres contra los cacomixtles.

Dijo que se llama Ramón, de 56 años, y que, como a las 9 de la noche, dejó estacionado el vocho, cerrado como la puerta negra. Y como había ido a una pachanga cayó como regla. La mañana del 13 de este mes, se levantó para ir a dar la vuelta, pero, ¡oh, sorpresa!, ya se había robado el miniauto.

No dándose por vencido, caminó por toda la colonia Venustiano Carranza, calle por calle, para ver si lo encontraba, pero no.

Preguntó a los vecinos que si no lo habían visto, que era un carrito sedán, pero le movían la cabeza diciéndole que no. Llamó a los uniformados de la Policía Municipal, que patrullaron la ciudad, encontrando pura madre.

Dijo, muy enojado, que cómo era posible que esto sucediera en Pachuca, donde presumen que es la ciudad más segura de la República. Pero no se dan cuenta que hay robos en casa habitación, asaltos a transeúntes, hurtos de coches, de motos.

Le callaron el hocico, diciéndole que se lo van a localizar lo más pronto posible; pero que mejor se fuera a su casa y no se metiera en problemas, que ojalá y no lo haya escuchado el gobernador.

 

TARDÍA DENUNCIA DE ROBO

Jaime acudió al Ministerio Público, en Tulancingo, para denunciar el robo de un camión, modelo 2008, con permiso provisional, ocurrido hace año y medio.

Cuando las autoridades se dieron cuenta del tiempo transcurrido, ya que apenas este fin de semana lo fue a denunciar, le mentaron la madre y lo encerraron por mamila.

Pero les explicó, con calma, que él no tuvo la culpa, sino fue el distribuidor automotriz.

El camión que le robaron es marca Chevrolet, tipo pasajeros, valorado en 85 mil chuchos. Cuando se dio cuenta de que se lo habían caqueado, en aquel entonces el camión tenía permiso para circular, y como no contaba con la documentación en regla que amparara la propiedad, por eso no acudió a las autoridades.

Pero avisó a las uniformados, que no le hicieron caso. Siguió pagando la deuda y año y medio después que terminó, le entregaron la factura de la camión y fue cuando puso su demanda para que se amparara. Acudió con el encargado del distribuidor automotriz para verificar que así sucedió.

Finalmente pidió a las autoridades que busquen a los ladrones y agarren a los que se lo llevaron el vehículo. Le dijeron las autoridades que va estar un poco pelón, pues a los delincuentes, si no los agarran frescos, menos ahora que están añejos.

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