Hoy Baptista está abandonado por el grupo de diputados de Morena que no se ha vendido al Grupo Universidad
Camina por los pasillos del Congreso, esperando que los medios de comunicación lo entrevisten, esperando publicidad gratis a una carrera política que entregó al servicio de la Garza de alas truncas, camina lento como si tuviera pesadez, los lapsos de ansiedad se hacen visibles en cada botón que no alcanza a llegar al ojal del abrigo que a un año de ser nuevo ya no cierra…
El diputado Ricardo Baptista González, el mismo que hoy dice una cosa, mañana se contradice y pasado no se acuerda, se va quedando solo, la ilusión de que era parte de la familia garza se desvanece conforme decepciona a su patrón. No pudo lograr mantener unido al Grupo Legislativo de Morena, no pudo hacer el trabajo que le mandataron, la percepción de su capacidad se va al suelo, incluso por debajo de la que tiene Corina Martínez.
Tan bajo ha caído el diputado que en su momento pedía debates de altura al diputado de los huevos (Asael Hernández), que ahora ocupa las redes sociales para señalar a su compañera de bancada, para desinformar, para dar a conocer su realidad: una de poco capital político, de nula presencia, una realidad que tiene de piedra angular; la cobardía, de culpar a todos de los errores garrafales que comete. La misma realidad que se creó y de la cual pareciera, no quiere despertar.
Hoy Baptista está abandonado por el grupo de diputados de Morena que no se ha vendido al Grupo Universidad, y en cualquier momento también estará abandonado por los garzas, que bien saben que el que no aporta se convierte en lastre y con esos no cargan, a menos que tengan copetes coloreados.
¡Uy!, pero se sentía soñado luego de desplazar a Veras Godoy, a quién el señor ese que mueve los hilos del Grupo Universidad lo había puesto como coordinador de la bancada Morena en el Congreso de Hidalgo, se pavoneaba Ricardo Baptista González como niño que quiere presumir traje nuevo cuando le dieron la coordinación y la presidencia de la Junta de Gobierno de la 64 Legislatura, pero poquito le duró el gusto por que cambió el muñeco pero no la mano que mueve los hilos.
Así Baptista se sentía por encima, veía de arriba pa´ bajo hasta al mismísimo Veras Godoy, no faltó quién hasta dijo que se burlaba del incondicional de Voldemort de la universidad, ya que aunque fue rector de la máxima casa de estudios, ha quedado más que claro que Veras no cursó oratoria y eso fue detonante para que el diputado de la eterna demagogia ahora estuviera viendo desde arriba al derrotado doctor.
Y cuando decimos que poco le duró el gusto Baptista, hablamos de un año, un año que se dice fácil pero que hemos visto que no lo es, los errores garrafales del diputado que habla pero que no actúa, quedaron más que vistos y señalados por organismos como la Auditoría del estado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y el propio poder Ejecutivo.
Hoy a pesar de que Baptista quiera sentirse el “todopoderoso”, hay una realidad que es la que ven todos aquellos a los que les negó el apoyo bajo el argumento de “no manejamos recursos”, la que ven los tribunales, la auditoría, la que ven los medios de comunicación, aún aquellos a los que el de comunicación de Morena ha buscado para “pedir favores”.
La realidad que sin duda alguna ha comenzado a vislumbrar el abandono al que quedará condenado Ricardo Baptista, el diputado que quiso jugar en dos bandos, el que al final se decidió por uno, decisión por la que en la dirigencia nacional de Morena no tarda en cerrarle las puertas, porque darle a Tula de Allende a un candidato que percibe realidades diferentes y poco sanas, sería condenar a muerte al partido con una sola administración, el Baptista del pasado, allá se quedó y jamás volverá. La credibilidad está perdida.