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Balas perdidas…

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La vanidad los pierde, los hace dar brincos y revolcarse entre el lodazal de la mezquindad, eso es lo que sucede entre quienes se dedican a la hoy denigrada actividad de la política; en ese caminar en donde ninguno de ellos quiere estar en el anonimato y todos pretenden ser el novio en la boda; por ello, van cometiendo un sinnúmero de barbaridades que en lugar de entenderlos, uno no tiene otra alternativa más que repelerlos. 

No debemos sentir lástima por los políticos al darnos cuenta de sus aberraciones y creer que son producto de su inexperiencia, pues ellos saben perfectamente que sus acciones son en beneficio de sus propios intereses; tampoco sentir lástima por nosotros por la baja calidad moral e incapacidad de nuestros legisladores, pues no olvidemos que fue nuestro voto el que los llevó al lugar en donde ahora se encuentran. 

Lo que debemos hacer es ir creando una conciencia cada vez más fuerte y darnos cuenta que cualquier cambio social no vendrá de las cúpulas de poder, éste debe gestarse en la casa, en la escuela, en donde enseñemos que somos nosotros los que podemos y debemos exigir el cumplimiento de los compromisos políticos. 

Se hace urgente darle un cambio radical a la noble actividad de la política, hoy vilipendiada por tanta inmoralidad de los que la ejercen; pues no es concebible que tantas leyes en la actualidad se aprueben sobre las rodillas sin que haya un auténtico debate parlamentario; vamos, en la siguiente legislatura federal ya ni siquiera me atrevería a exigir un plebiscito o referéndum, me conformaría con un verdadero debate cuyo centro de atención fuese la bienestar ciudadano.

 Pero en todo caso, será esa tendencia de concertacesiones la que más deberá preocuparnos, pues ya hemos visto que es solo un grupo de legisladores los que negocian por debajo de la mesa, y el resto de los legisladores solo tienen la misión de levantar la mano a lo que sus líderes de bancada les ordenen, pero en ese proceso, se olvidan argumentar en favor de la ciudadanía. 

La ciudadanía ya no puede seguir siendo rehén de intereses mezquinos, vengan de donde vengan; pues está más que claro que para los políticos en general y para los Partidos Políticos en particular, el ciudadano sólo le es útil en la medida de que pueda representar votos. Y la lucha encarnizada por el poder ya se está trasladando a otro campo de batalla: las candidaturas independientes, de ahí que las candidaturas sin Partido, se estén convirtiendo en el principal enemigo de los políticos tradicionalistas. 

Quizá ya estamos convirtiendo a México en una especie de zona de guerra no declarada con miras al 2018, el chamusque de los pájaros madrugadores deja en medio a la población, ésa que ha crecido en pobreza y disminuido en oportunidades reales de sobrevivencia, las balas perdidas siguen matando niños totalmente inocentes y ajenos de la estupidez humana. 

Hoy solo me pregunto: ¿Dónde ha quedado ese México en donde podíamos andar a media noche y no teníamos miedo de que nos asaltaran?; ¿Dónde se perdió la inocencia de los niños que ahora juegan a los secuestros y tienen por héroe a delincuentes anti penales?, ¿En dónde quedó la dignidad de los mexicanos que han asumido al silencio como una forma de gritar sus frustraciones? 

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.