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Ayotzinapa: la esperanza desde el dolor

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En la novela homónima, Philip Roth nos dice que la palabra indignación es la más bella en cualquier lengua. Palabra compleja que viene desde un fondo íntimo y cuando se da genera una transformación en la conciencia. El diccionario describe a este sentimiento como “de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial”.

 

                Indignación define lo que ha pasado en este año por la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa y la exigencia de los padres de los estudiantes, que junto a la sociedad civil han desenmascarado a todas las instituciones políticas señalando desde un principio lo que es: un crimen de Estado en sus distintos niveles federal, estatal y municipal.

                Mezcla de rabia y sabiduría, de esperanza y dolor, la lucha de los padres de los normalistas desaparecidos es una puerta que han abierto a la ciudadanía a nivel nacional e internacional. Una puerta, cabe señalar, que muestra lo atroz de nuestra situación actual pero también las posibilidades para nuestra emancipación.

                En la manifestación realizada el sábado 26 de septiembre pasado en la ciudad de México, organizaciones, movimientos sociales, sindicatos, estudiantes y ciudadanos de a pie, manifestaron su rechazo al Estado mexicano. Existe valentía de amplios sectores sociales aún ante la represión constante como la que padecieron los padres de familia, por parte de policías federales y estatales, en su traslado de Guerrero a la capital del país.

Sabemos pues, que el miedo es una estrategia del poder para generar parálisis, pero hoy la sociedad dice basta: en un mundo de reiteradas mentiras, más vale morir de pie que vivir de rodillas. Lo que nos vienen a enseñar los padres de los normalistas es precisamente a luchar contra nuestra cobardía, es luchar para que de una vez se acabe esta situación. No por nada a este primer aniversario se le llamó la “Marcha por la Dignidad”. ¡In-dig-na-ción! La palabra más hermosa porque evita la abyección, nos levanta, nos hace más humanos.

Además esta lucha clarifica, nos permite ver mejor. El escándalo de La Casa Blanca, la trata de personas, la colusión del narco dentro del gobierno, la fuga del Chapo, el Pacto por México, la corrupción de todo el sistema político, los medios de comunicación que manipulan la información y que en el mejor de los casos callan, el despojo de los territorios indígenas y campesinos por parte de mineras, aeropuertos y presas, la entrega del petróleo a Estados Unidos, las llamadas reformas estructurales, los 26 mil desaparecidos, la recesión económica, no son fenómenos que se expliquen por sí mismos.

De igual forma, la participación de la policía y el ejército en los hechos de la noche del 26 de septiembre de 2014, la “verdad histórica”, la estúpida maldad (permítaseme el pleonasmo necesario) que representa Peña Nieto, son cuestiones que se integran en un sistema de dominación y explotación que muestra en momentos de crisis, su lado más cruel y violento.

La apatía de muchos y el hartazgo de todos, son caras de la misma moneda. La aparente indiferencia de nuestra sociedad es una fuga, es una decisión de no querer ver. Es la negativa a ver las cosas como son, por muy dolorosas que resulten. Es el fascismo social que impera en nuestra cotidianeidad. Así, ese decir de algunos sectores sobre que los padres ya superen su dolor, la tentativa a darle carpetazo, el apostarle al olvido, a la resignación, al ya ni modo así son las cosas, son muestra de cómo opera el poder actualmente, cómo atraviesa el sistema de relaciones sociales en el día a día, desde el espacio más íntimo y privado hasta nuestra esfera pública.

La libertad no es algo dado de una vez y para siempre, la libertad es un proceso de dolor. Por eso, Ayotzinapa somos todos, su dolor es nuestro dolor, su rabia es la nuestra. Lo que nos exigen los jóvenes desaparecidos es quitarnos la venda de los ojos para poder encontrarlos.

CANDIDATO A DOCTOR EN DESARROLLO

RURAL POR LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA

METROPOLITANA

 

CITA:

Sabemos pues, que el miedo es una estrategia del poder para generar parálisis, pero hoy la sociedad dice basta: en un mundo de reiteradas mentiras, más vale morir de pie que vivir de rodillas. Lo que nos vienen a enseñar los padres de los normalistas es precisamente a luchar contra nuestra cobardía, es luchar para que de una vez se acabe esta situación. No por nada a este primer aniversario se le llamó la “Marcha por la Dignidad”. ¡In-dig-na-ción! La palabra más hermosa porque evita la abyección, nos levanta, nos hace más humanos.