Afganistán acudió a las urnas este sábado bajo la renovada amenaza de los talibanes. El temor de violencia en los colegios electorales se ha cumplido por la mañana, con un atentado suicida con bomba en Kabul que ha causado al menos 10 muertos. Alrededor de otros quince ataques que han dejado al menos tres fallecidos en una jornada que arrancó con retraso.
Hasta hoy, los insurgentes ya habían conseguido que las elecciones legislativas se retrasen una semana en la provincia de Kandahar, donde el jueves mataron al poderoso jefe de la policía, y sine die en la de Ghazni, bajo su casi total control desde agosto.
A punto de cumplirse 17 años desde que la intervención estadounidense acabara con su régimen, los extremistas islámicos tratan de minar la frágil democracia afgana y erigirse en única alternativa para acabar con la guerra.
El asesinato del general Abdul Raziq, a todas luces mucho más que el jefe de la policía de Kandahar, ha supuesto un duro golpe a la estrategia de seguridad del Gobierno para todo el sur de Afganistán.