El informe llegó el 21 de enero de 1987 al Departamento de Estado por valija diplomática. Debidamente estampado el sello de «top secret» (alto secreto), en su interior constaba una relación de hechos elaborada por el director de operaciones de la CIA, Clair George, quien se refería a ellos como «informaciones extremadamente sensibles», que aludían a la «cobertura directa del general Pinochet».
Los detalles precisaban cómo el dictador chileno ordenó el asesinato en Washington DC de Orlando Letelier, el ex embajador y ex ministro de Exteriores del presidente Allende, desalojado del poder durante el golpe de estado de Pinochet en 1973. Tres años más tarde, el 21 de septiembre de 1976, la explosión de una bomba lapa adosada a los bajos de su coche por agentes de la DINA (inteligencia chilena), causaba la muerte de Letelier y de su asistente Ronni Moffitt, de nacionalidad estadounidense.
Esta y otras informaciones, desclasificadas y difundidas por el Departamento de Estado, desvelan que el entonces presidente, Ronald Reagan, fue informado once años después de la verdadera naturaleza del que ya desde un principio se supo que era parte del régimen de Pinochet. Faltaba la confirmación oficial, que llegó al Despacho Oval de la mano del entonces secretario de Estado, George Shultz.
Pese a las evidencias facilitadas por la CIA, ni el entonces presidente ni su sucesor, George W. H. Bush, decidieron retomar la investigación del asesinato, que había llevado al procesamiento y condenas de cárcel de los agentes de la DINA detenidos. El propio Pinochet cerró filas unos años frente a las preguntas de la CIA. Fue en 1998, a raíz de la detención de Pinochet en Londres, cuando el presidente Bill Clinton ordenó su reapertura.