Que China sea un régimen autoritario no significa que no tenga Parlamento. De hecho, posee el poder legislativo más numeroso del mundo con unos 3.000 diputados. Orgánico, eso sí, ya que la inmensa mayoría de sus diputados pertenecen al Partido Comunista y votan lo que se les ordena.
La Asamblea Nacional Popular, como se denomina oficialmente, tiene poder para promulgar leyes y, en teoría, para supervisar la labor del Gobierno y elegir a los altos cargos del Estado, pero en realidad es un Parlamento “de pega” al servicio del régimen donde no hay oposición alguna.
Eso no significa que no haya discusiones (siempre a puerta cerrada) y, en ocasiones, hasta disensiones internas, ya que ha habido leyes que han tardado años en ser aprobadas.
Es el caso de la Ley de Propiedad, que fue redactada por primera vez en 1993 y aprobada finalmente por la Asamblea en 2007 tras siete revisiones por parte de su Comité Permanente. Como esta norma reconocía la propiedad privada y la equiparaba a la pública, base de cualquier sistema socialista, generó un intenso debate en el seno de un régimen que se sigue definiendo como comunista pese a haber abrazado el capitalismo más salvaje, controlado además por el Estado.