OPINIÓN
El pasado fin de semana se realizó la edición 22 del Festival de Arte y Cultura “Equinoccio”, evento organizado y desarrollado por la asociación civil Grupo Interdisciplinario de Arte GIA; sin embargo, y a pesar de la trayectoria que tiene esta celebración no hubo la presencia de un solo funcionario municipal ni en la inauguración ni en la clausura, lo que resulta muy lamentable para el municipio de Tulancingo, no porque sea necesario que vayan sino por el mensaje que al igual que la presidencia municipal de allá se replica en muchas más: “si no es mi evento, no voy”.
Es una pena que este detalle que parecería mínimo para muchos, sea un gran reflejo del interés que se tiene desde los puestos de poder para actividades artístico culturales en toda la entidad, y quisiéramos decir que esta situación es única en Tulancingo o que se ha dado sólo con presidentes de extracción de un solo partido político, pero desgraciadamente el panorama del arte y la cultura padece de los mismos dolores en casa de Juana como en la de Chana.
Hace un tiempecito, unos amigos artistas me comentaron el trato que recibieron en el gobierno de Susana Ángeles Quezada, presidenta de Tizayuca, en donde con una torta y un refresco pretendían “ser hospitalarios” con un grupo que se presentaría sin cobrar un sólo peso y a cambio solicitaban sólo las comidas.
Ya ha quedado claro que el Arte y la Cultura, no son prioridad de los gobiernos ni de los diputados, y que si por ellos fuera no habría festivales ni muestras ni demás eventos que la sociedad civil y los artistas organizan al desamparo del aparato gubernamental que por décadas se ha acostumbrado a ver a estos dos elementos como entretenimiento y no como motores de desarrollo creativo, intelectual y social.
Otro problema que desgraciadamente se ha visto por décadas es el compadrazgo, la corrupción, y el favoritismo de ciertos personajes que operaban desde las áreas de gestión cultural de los gobiernos estatales y municipales ya que la preferencia por abrir espacios para los amigos ha quedado evidenciado en más de una ocasión como lo fue el gobierno de Yolanda Tellería Beltrán y sus eventos fifis, las vacas que hizo sagradas el extinto Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, o los amigos de la ex diputada de copete rojo, a quienes organizó varios eventos en el Congreso Local.
La realidad que afronta Hidalgo es la de apoyos al arte y la cultura sólo si eres amigo, si “son mis proyectos”, si comulgas con “mi pensamiento” o si me das un porcentaje de lo que te den por tu proyecto (moche), pero si no eres del club pues no tienes apoyo, no te doy los proyectos no te otorgo las becas y si se me da la gana, hasta te niego los espacios. Esa ha sido por años la prepotencia y la forma déspota y corrupta en la que se ha gestado la dinámica de la gestión cultural en la entidad; por eso, el compromiso y la responsabilidad que tiene en sus manos Tania Meza no sólo consiste en hacer rendir el gasto en la Secretaría que hoy encabeza sino en buscar mayores recursos, analizar las propuestas que lleguen y evitar actos como los de Tizayuca o Tulancingo, mismos que denigran el trabajo de los artistas y pareciera que tratan de humillar a los organizadores.
Ya no es tiempo de caciques que se levantan el cuello con el trabajo ajeno y tampoco de gobiernos que tratan de pisotear el trabajo que no emana de sus organismos y que, por ende, no están alineados a sus ideologías, es tiempo de construir, de generar cambios, de participar activamente, y sobre todo de caminar de la mano.
Para muchos artistas y colectivos, Tania Meza ha sabido tender la mano, se antoja que con la experiencia como activista conozca el dolor y padecimiento de las organizaciones, colectivos y demás conglomerados de artistas, se antoja que haya una secretaria que sepa escuchar y que pueda resolver, que haga sinergia con el sector y que en vez de frenar, impulse el desarrollo que se requiere en la materia… Veamos si se da o si en este sexenio, el arte y la cultura, siguen en el olvido.