Un falso Robin Hood kirchnerista
●    El ex secretario de Obras Públicas argentino José López fue detenido cuando trataba de ocultar más de ocho millones de dólares en un convento de clausura

«Estaba medio loco. Hoy vino loco. Decía: “Me van a llevar preso”. Le pregunté por qué decía eso. -“Porque robé dinero para venir ayudar acá. Se lo llevaron preso”, relató una de las monjas. Las religiosas conocían a José López de tiempo atrás. Le consideraban un buen hombre que les «ayudaba» a mantener el convento. Por eso no entendían lo que estaba sucediendo la madrugada del martes, cuando ya clareaba el día.
Argentina, acostumbrada a casi todo, se lleva las manos a la cabeza con el último caso de corrupción que tiene como protagonistas a un falso Robin Hood del kirchnerismo, a unas monjas nonagenarias de clausura, al convento donde viven y a millones de dólares de la corrupción que terminaron «intramuros» por obra y gracia de José López, un peso pesado y alto cargo durante los últimos doce años, en los sucesivos gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y de su viuda, Cristina Fernández (2007-2015).
La detención del diputado electo del Parlasur, ex secretario de Obras Públicas y uno de los hombres de confianza del matrimonio Kirchner, atrapado in fraganti mientras trataba de ocultar 160 bultos con, entre otros valores, más de nueve millones en divisas, adquiere tintes surrealistas a medida que se conocen nuevos detalles del caso.
El ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, confirmó que los «billetes estaban húmedos» y sumaban «más de ocho millones de dólares». En rigor, la Policía incautó 8.982.047 dólares, 153.610 euros, 425 yuanes, 49.800 pesos, 2 riyales qataríes y media docena de relojes de lujo. Algunas versiones extraoficiales apuntan a la existencia de fajos con los precintos sobreimpresos, con bolígrafo o rotulador, con nombres de empresas. Es decir, identificados con el origen de la presunta «coima» (soborno) por, posiblemente, adjudicaciones de obras o favores de los gobiernos anteriores.
El detenido intentó sobornar a los agentes y cayó en una especie de ataque de nervios mientras gritaba que le querían robar lo que era suyo pero pretendía donar, a las tantas de la madrugada del martes, al convento.