¡Aquí estoy, Jesús!

¡Aquí estoy, Jesús!

FAMILIA POLÍTICA

“De pie, ante la injusticia, ¡Siempre de pie!”.

PGH

Prisciliano Gutiérrez

En una pequeña ciudad de provincia, los jóvenes, aún sin conocerse, cíclicamente se reúnen por imperativo generacional. 

Es muy fácil encontrar sólidas amistades entre un muchacho de La Huasteca y alguien de La Sierra o del Valle del Mezquital. Las distancias unen más de lo que separan.

Sin duda, existen múltiples diferencias en los perfiles individuales y colectivos que la circunstancia y el transcurso del tiempo marcan de manera cotidiana; sin embargo, desde temprano, afloran en los adolescentes y jóvenes, las características que definirán su personalidad de adultos, su trascendencia o irrelevancia en la vida pública y privada de su familia y/o de su sociedad.

La Sierra Norte de Hidalgo, prácticamente se inicia en el pueblo de Mineral del Monte, a unos cuantos kilómetros de Pachuca. Las actividades comerciales, escolares, de interrelación … se dan de manera muy estrecha; la distancia es corta y mucha la necesidad de convivencia, sobre todo en la primera adolescencia de Jesús Murillo Karam quien, por razones propias de su entorno familiar, además de su arraigo principal en El Real, lo tuvo también con las numerosas familias de origen libanés que se asentaron en Tulancingo y Actopan, fundamentalmente. 

Don Fortino Velasco Iza, era uno de esos personajes, quien se distinguía por su bonhomía y don de gente, que lo llevaron desde muy joven, por primera vez, a la Presidencia Municipal de Tulancingo; junto a él, un joven abogado con quien cultivaría una amistad imperecedera.

Tuve oportunidad de escuchar las versiones de ambos personajes, en relación con el inicio de la carrera pública de Murillo. Apenas reconocido el triunfo de Velasco, éste propició el acercamiento a sus actividades precozmente políticas. Fortino se dirigió a él, haciendo la siguiente reflexión: -Jesús, ya eres abogado; sé que quieres colaborar conmigo en el servicio público; te pregunto – ¿En qué rama de la administración pública municipal te gustaría colaborar?, a lo cual, Jesús contestó sin dudarlo un momento: -Quiero ser jefe de la policía. -Muy bien, contestó el Presidente electo; – ¿Eso quieres ser? así será. De inmediato le dio posesión de la oficina policial, a sus escasos veinte años. Así estuvo durante algún tiempo, lidiando con la seguridad pública de aquél industrioso rincón de la geografía hidalguense, en donde aparentemente la vida es muy tranquila, pero no dejan de aparecer pequeños brotes de inconformidad y aún de violencia, como ocurre en cualquier municipio.

Así, el joven Abogado Murillo Karam, cumplió su deseo de ser jefe de la policía en el pueblo, al mismo tiempo que se preparaba como abogado postulante y para nuevas responsabilidades en el servicio público. De esta manera, intervino en la vida universitaria local, fue Director de la Escuela Preparatoria número dos, de la Universidad Autónoma de Hidalgo, después Subprocurador General de Justicia del Estado, en donde inició su larga permanencia al lado del enorme político hidalguense, Don Jorge Rojo Lugo.

Ávido lector, inquieto, crítico de los textos que repasaba; era capaz, me consta, de comentar un libro con solo analizar el prólogo. 

En ese orden de ideas, recuerdo un comentario que me hizo, en relación con una visita parlamentaria que realizó a la Universidad de Salamanca, en España, en donde la figura de Don Miguel de Unamuno llenaba todo el universo académico. En el vehículo en que serían trasladados a las imponentes reuniones, cada asiento estaba provisto con un ejemplar de la Constitución española. El inquieto Murillo, ávidamente se nutrió del prólogo y ya, durante los trabajos, expuso algo de lo leído. Con tal fortuna que varios de los asistentes se expresaron de él, considerándolo un estudioso y conocedor de aquella Constitución. 

Durante su paso por la Secretaría de la Reforma Agraria, le decían que era “El Subsecretario sin cartera”, pues conocía de asuntos inherentes a prácticamente todas las áreas de competencia de la dependencia.

Por cuestiones de política interna dentro del Estado, el Licenciado Rojo Lugo regresó a Hidalgo para retomar las riendas del gobierno. Jesús Murillo Karam fue nombrado Secretario General de Gobierno. Después conquistó la diputación federal, por uno de los distritos de Hidalgo.

Orador brillante, sólido argumentador; participó en el affaire, en el cual, Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas, rompieron con el PRI; lo anterior dio origen al PRD, pero el PRI, en mucho, gracias a Don Jesús, mantuvo su hegemonía en Hidalgo.

Presidente del Comité Directivo Estatal, Delegado General del PRI en varias entidades federativas, Gobernador de Hidalgo (sin duda, uno de los mejores). Así era Murillo: vibrante, enérgico, violento, claridoso, siempre bien intencionado… Debo confesar que alguna vez nos peleamos, solo para reafirmar después, una amistad que espero perdure toda la vida.

Respeto y admiro a Jesús Murillo Karam. Sé y me consta su extremo valor para afrontar las vicisitudes de la existencia; no lo arredran las tempestades ni le espantan los remolinos, tiene el valor suficiente para mirar de frente a su circunstancia y a aliarse con ella para trascender juntos.

Conozco el esmero que siempre puso en el cumplimiento de sus obligaciones; los matices de la ética que norma su conducta. En materia jurídica y criminológica, sé que cuando afirma algo, es porque así lo cree, porque está convencido, nunca por salvar su reputación o liberarse de una posible culpa.

Hace unos días, en el programa matutino de noticias de Ciro Gómez Leyva, Gaby Murillo (su hija), nos reclamó a todos: al sistema político, al sistema jurídico, a las instituciones, a sus amigos… que estamos dejando sólo a su papá. Tienes razón Gaby, es poco lo que se puede hacer, lo único que digo, es que comparto contigo el sentido de la injusticia y levanto la mano para decir ¡Aquí estoy, Jesús!

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