FAMILIA POLÍTICA
Cuando un grupo de políticos
se reúne, ¿de qué hablará?
Duda razonable.
Todos los jueves, salvo causas de fuerza mayor; un grupo de viejitos, con el refuerzo generacional de otros no tan viejitos, nos integramos para desayunar y comentar, de manera espontánea, los sucesos que marcan la agenda política, social y económica, en los ámbitos municipal, estatal, nacional, internacional y aún interplanetario. Algunos mal pensados podrían elucubrar que conspiramos pero, se llevarían una gran decepción al presenciar alguna de estas reuniones, todas con perfil interdisciplinario, en las cuales se pueden disfrutar desde las crónicas sabrosas de Juan Manuel Menes, hasta los calambures nada didácticos del Maestro Costeira y las hñahñulándicas proezas del mítico personaje, cuya sombra protectora se extendía sobre buena parte del Valle del Mezquital y alguna vez hasta la Huasteca Hidalguense: Roberto “Piedraza”, (de gran agilidad mental, siempre proclive a la maldad y al escarnio, a pesar de su avanzada edad). El no muy selecto círculo se complementa con la creatividad del culto facultativo (hijo pródigo que Tlaxcala nos devuelve) Alberto Jonguitud Falcón y la presencia de Don Darío Pérez González, en innegable sitial de autoridad, aunque no falta el sacrílego que también le dirija envenenados dardos de sarcástica y alburera intención.
Amenazo con hacer un minucioso estudio de la personalidad y rasgos característicos de cada uno de estos actores sociales, a quienes el desempleo mayoritario proporciona ambiente propicio para gastar un tiempo que nadie les reclama, escuchar y decir libremente una que otra huastecada (Mariel y Chepus Sepúlveda) o alguna docta disquisición jurídica (Valentín Echavarría).
En alguna de estas informales reuniones, Marín Huaso, elocuente, aunque discreto, inició lo que sería un largo debate en relación con el tema de la educación en México; esto tuvo su origen en la pública intención presidencial de otorgar a todos los egresados de las escuelas normales (sobre todo las rurales), una plaza de trabajo de manera automática y sin previo examen, al concluir sus estudios… Hasta el gran “Mexiánico”, Don Jaime Costeira, tuvo expresiones de escepticismo, pues según su autorizado punto de vista, es imposible que cualquier profesionista deje de actualizarse y de someterse a constantes evaluaciones para asegurar la calidad de sus servicios. Su conocimiento de esta causa es innegable: fue dirigente en la Sección XV del SNTE, antes de su nombramiento como Secretario de Educación en el Estado.
La total carencia de censura, propicia que la lluvia de ideas fluya, aún en temas que requieren conocimientos de alta especialización. Quede claro: son opiniones, no teorías científicas, Doxa, no Episteme, en el sentido de los vocablos griegos que connotan los grados de verdad, a los cuales puede acceder el entendimiento.
Alguien externó, por ejemplo, que debe hacerse un replanteamiento a partir de la cúpula del sistema educativo para encaminar a todos los alumnos, desde muy temprana edad, hacia las cuestiones técnicas y científicas y cambiar el perfil del mexicano que actualmente producen nuestras instituciones. Otro sugirió que, por un procedimiento de selección natural, se orienten los talentos y capacidades para formar especialistas en toda la escala de actividades humanas, desde jardineros, carpinteros, plomeros, albañiles… hasta doctorados en las más sofisticadas ramas de la ciencia y de la cibernética; que las llamadas misiones culturales, los CECATIs, los centros comunitarios del CONAFE, las escuelitas del INEA y otros modelos de reciente creación que permiten estudiar en forma directa, en línea o por cualquier otro procedimiento de actualización tecnológica; conserven sus lugares en el concierto de las actividades educativas.
En este panorama es sumamente difícil emitir una opinión que suscite gran consenso. Creo, sin embargo, que ningún sistema puede prescindir de las siguientes premisas:
-La educación requiere de un amplio y profundo conocimiento científico. Educar es una ciencia, pero tiene mucho de arte, de filosofía, de amor y de los más altos valores, humanos y patrióticos. La improvisación será, la mayor de las veces, constructora de fracasos y frustraciones. Único en el mundo fue, sin duda, el éxito de la Escuela Rural Mexicana del Maestro Rafael Ramírez, la cual, a partir de profesores improvisados, logró poner a México en la ruta de su pleno perfil post revolucionario. Don Pepe Ortega y Gasset tuvo razón al afirmar que “El hombre es él y su circunstancia”.
Es de todos conocida la convicción de padres campesinos, durante la primera mitad del siglo veinte. Ellos tocaban todas las puertas a su alcance con el fin de conseguir para sus hijos un trabajo “aunque sea de profesor”. Esta conmovedora mezcla de inocencia y esperanza, vista en su contexto original, es inofensiva, irrelevante… pero a la luz de un pensamiento sociológico, crítico y objetivo, es reflejo de una realidad cruda y lacerante. A la fecha, amplia base de la sociedad, no privativamente rural, desconoce el valor de la educación para sembrar la simiente de un futuro cualitativa y cuantitativamente mejor. Aunque duela, hay que reconocer que ese pensamiento inspiró al General Cárdenas para consolidar el incipiente sistema de normales rurales, en el esquema teórico de la educación socialista. Estoy de acuerdo en el papel de la escuela como centro natural de adoctrinamiento político e ideológico, pero no puede perderse la visión objetiva que tienen tanto alumnos como maestros, en un proceso interactivo: aprender a aprender, aprender a hacer y aprender a ser. En esta trilogía conceptual que la UNESCO prescribe, está presente un valor que la profesión acepta y el humanismo exige: la vocación. La escuela no debe ser modus vivendi.
En países de alto desarrollo educativo como Finlandia, Japón y otros, los mentores más preparados, con mayor formación profesional, vocacional, académica y humana, son asignados por el sistema a la formación de alumnos en educación elemental. A nivel general, la experiencia nos dice que el éxito de los profesionistas, en cualquier rama; en los más altos niveles, radica en que hicieron “una buena primaria”. No debemos olvidar lo que Freud decía: “Infancia es destino”.
Lejos de mefistofélicos aquelarres conspirativos, aunque sí, con espíritu crítico, el desempleo se hace más llevadero. Dicen los enterados que un político sin trabajar, es más peligroso que un terrorista con metralleta; un “mejoralito” social a nadie hace daño.
Así, entre risas, albures y bullying, transcurrió un jueves más; pero la semilla quedó. Ahora, para que se les quite, tendrán que soportar otro artículo en relación el mismo tema. Espero que para entonces, aún no se inscriban, en oro, las letras CNTE en los muros de la Cámara de Diputados y que las leyes secundarias apunten hacia la formación de mejores mexicanos.