Anticomunismo irracional y absurdo enfilado contra Cuba

NÚMEROS CLAROS

13 de abril, José Carreño Figueras:

“Cuba aparece como el último reducto de un sistema que, para sobrevivir, debe abrirse a la globalización”.

 

13 de abril, Víctor Beltri:

“Poca gente se está dando cuenta con exactitud, en México, de cómo se está derrumbando lo que queda del sistema comunista a unos cuantos kilómetros de distancia de nuestras costas…El comunismo cubano se está muriendo, y con él toda una época sin sentido”.

 

13 de abril, RaÁe AvilÉs Fabila:

“Los cubanos padecieron mucho por las carencias y fracasos del sistema político, amparado únicamente por el bloque soviético”.

 

13 de abril, Isidro H. Cisneros:

“Del otro, el modelo que encarna la izquierda popular…que aún no logra demostrar su eficacia como opción de gobierno…Es típico de estos sistemas un incremento de la pobreza y de la corrupción, mayor polarización social y restricciones a la libertad de opinión”.

 

¿Qué tienen en común estos fragmentos, que solo en un día, se pudieron leer en la prensa mexicana, o en los medios de Miami, Venezuela; o en algunos países de Centro América, donde hablar mal de Cuba ha sido una forma de vida y un medio de sobrevivencia para no salir del mercado editorial?

            Pudiéramos decir que coinciden en que el sistema capitalista, con más de 500 años de creado, ha demostrado su eficacia para resolver los problemas que afectan al planeta. En este tiempo transcurrido ha demostrado su éxito creando menos desigualdad, menos pobres y excluidos de la sociedad, menos crisis y menos desempleo; por su eficiencia ya no quiebran empresas o bancos en Wall Street, España o Grecia; por su sentido de justicia se logró eliminar la criminalidad, el tráfico de drogas, la corrupción, el analfabetismo y la hambruna.

            Gracias al capitalismo ya no hay guerras tecnológicas o imperiales para despojar a otros países o pueblos de recursos, se eliminaron los campos de refugiados, no mueren ni sufren civiles, ya no hay torturados ni asesinados. Por suerte este sistema nos libró del peligro nuclear, del terrorismo o la amenaza cibernética. Es decir, el capitalismo es tan humanista, que las guerras en Medio Oriente, África y Europa, sólo son una alucinación, algo que difunde en los medios para la distracción de las personas. Vivimos pues, en un mundo perfecto, gracias a la economía de mercado y la mano invisible que arregla todos los desequilibrios en la economía.

            También se disminuyeron las drogas, se eliminaron las causas de las migraciones irregulares en el Mediterráneo o las Américas, ya no hay quejas por corrupción, discriminación o prostitución infantil, ya no hay niños desamparados, desaparecidos o trabajando, no hay tráfico de órganos. Todos los mortales tienen acceso o dinero para pagar servicios de educación y salud de calidad; ninguna persona muere por enfermedades prevenibles y mucho menos se ve a alguien pidiendo limosnas. Si Usted ve eso, es producto de una alucinación, de un viaje a un mundo de ficción por tomar, inhalar o fumar alguna sustancia prohibida.

            Debemos agradecer la labor desinteresada, altruista y solidaria de políticos y millonarios capitalistas que han hecho posible erradicar la inseguridad ciudadana, los desaparecidos, la mala educación, la publicidad engañosa y el fraude al consumidor, la apatía o abstencionismo electoral, las banalidades y la intolerancia.

            De igual forma que debemos agradecer a esos hombres y mujeres que forman la clase política, que de manera desinteresada y sacrificando sus ingresos, nos dan su tiempo para conducir al país por la senda del bienestar de la población, del crecimiento y desarrollo del país, sin que reciban salarios desproporcionados y sólo por amor a su país a sus conciudadanos y a la humanidad. Incapaces de beneficiarse del dinero público para construir presas en sus propiedades rurales, de usar autos, helicópteros o aviones del gobierno para salir de vacaciones. ¿Qué sería de nosotros sin la existencia de esa abnegada clase política, que no tiene interés en vivir del presupuesto público sino en servir al prójimo? 

            Está claro que el camino es el sistema capitalista y mientras más consumismo mejor, menos contaminación del medio ambiente y cambios climáticos, más renovables y sustentables serán los países, menos lavado de dinero y de cerebros, menos contaminación de ríos y mares, menos minas se desplomarán enterrando sus ciudadanos y menos bosques sucumbirán ante el desarrollo inmobiliario y la industrialización.

            Quizá Haití tenga la culpa de su miseria, por no haber abrazado a los colonizadores y no ser tan capitalista como pueda, por eso no tiene recursos y sus ciudadanos viven bajo la contaminación y los desechos; pobres haitianos, no han descubierto que el capitalismo es la mejor manera de curar sus herida y sacarlos del subdesarrollo y la pobreza; su gobierno debería contratar para ello a José Carreño Figueras, Víctor Beltri, René Avilés Fabila e Isidro H. Cisneros, como consultores. Así como a todos aquellos iluminados que han descubierto las bondades del capitalismo.

            De hecho, ya nadie protesta, solo hacen uso de una gran libertad de expresión gracias a la democracia capitalista, basta que digan lo que piensan y resuelto. Ya no hace falta tener dinero para ser electo en campañas electorales, se consultan a las masas antes de aprobar las leyes y se responde a los intereses de todos, de los que eran pobres y millonarios, dado que todos tienen ahora los mismos derechos y oportunidades.

            Gracias al capitalismo se eliminó la discriminación racial, de género y el fanatismo religioso, ya no existen manifestaciones ni huelgas de inconformes y todos los obreros están sindicalizados, con seguridad social y acceso a comodidades. Dado que ya no se sabe lo que debemos hacer con el sobrante de energía, de agua potable y de salarios quizás podamos enviarlo a otros planetas, o al último reducto del sistema socialista, único lugar donde existen todas estas calamidades que, a fin de cuentas, ellos inventaron.

            Ya nadie se acuerda que la violación de los derechos humanos y la falta de democracia fueron una creación del socialismo, también las dictaduras y asesinatos atómicos. Gracias a las libertades que trajo el capitalismo ya los humanos no tienen motivos para pensar o inquietarse. Ya que todo está claro y todos estamos de acuerdo en cuanto a la superioridad del aún moderno y tan humano sistema se debiera reformar la Carta de la ONU, para excluir la posibilidad de que un país escoja el sistema político social que decida su pueblo. Ya que el irrespeto es cosa del pasado no haría falta siquiera respetar el derecho ajeno.

            Si ciertas calamidades de antaño se mencionan en campañas electorales actuales, es pura coincidencia. Pero el anticomunismo como arma para aterrar a los ciudadanos para acepten su pobreza y su exclusión, para que se conformen con las imperfecciones de una sociedad capitalista en crisis, para que no protesten y no luchen por su libertad, por la democracia real, por el acceso a la educación, a la salud y a la cultura, por un empleo y un salario digno, por una vivienda que sea algo más que una cárcel miserable y de hacinamiento, por la supervivencia de la raza humana y la vida en la tierra, está vivo cada día en los medios.

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