Amores

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PEDAZOS DE VIDA

Después de haber entregado todo, porque así lo había dicho la tradición popular, de haber hecho todo por salvar una relación que desde un inicio estuvo condenada al fracaso, por la creencia en los paradigmas populares, ella se hartó y decidió divorciarse, optó por marcharse antes de que un hijo complicara la situación y perpetuara un eslabón más de la cadena de resignación social que comparten aquellas personas “chapadas a la antigua”.

Sin embargo ya nada volvió a ser igual, el amor y la entrega total ya habían sido y con la persona equivocada, ya no quedaba más pureza e inocencia, ya no había confianza para alguien más. La vida se le había jodido y el tiempo implacable seguía su curso, viendo desde la ventana como a momentos el vaho del placer desaparecía, dejando un pequeño rastro que se convertiría con el paso de los años, en el espejismo del amor.

Había entregado todo a manos llenas, había compartido muy buenos momentos, pero estos para él, se habían transformado rápidamente tras el matrimonio, en una conquista lograda, en un esfuerzo por tener en la cumbre del ego, el haber logrado un matrimonio pero sin haber terminado la búsqueda de lo que ella no podía ya darle, puesto se había dado en un solo momento de noviazgo, sin guardar nada para el matrimonio.

La rata en la que se convierte la monotonía, termina por roer el corazón, los nervios, la neurosis que desemboca en la tensión que se genera cuando se busca un solo pretexto para mentarse la madre, para discutir, llegar a los golpes y en la excitación del momento a la cama, sin que al terminar haya caricias ni besos, como alimento de los grandes depredadores.

Ahora no tenía nada que ofrecer, los detalles, la flama de la curia para hacer especial cualquier momento se había apagado, el pabilo se había mojado de lágrimas, y ahora no quedaba más que buscar en la facilidad del momento, en las cortinas del alcohol y en soledad, el acompañamiento de aquellos que no se quedan, de los que al terminar regresan con sus familias, cuidan de sus hijos y fingen ser ejemplares.

Para ella, la palabra puta, para ellos el calificativo de “cabrón”, de macho, de chingón, de rompedores de ilusiones, de animales de la carne, de bestias indomables que nunca conocieron el amor.