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Algoritmos para los ignorados

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TECNOCULTURA

En la Universidad de California existe un proyecto con el que se busca identificar a los personajes plasmados en esos retratos, lo llaman FACES (Faces, Art, and Computerized Evaluation Systems) y con él buscan restaurar la identidad de algunos de estos anónimos y hacer un mejor mapa de la sociedad y la cultura de otras épocas; ya dijo alguna vez Cortázar que la cultura es el ejercicio de la identidad.

La primera fotografía, realizada por Louis Daguerre, en la que aparece un ser humano fue tomada apenas —200 años no son nada- en 1838; la que le sigue en antigüedad fue tomada unos años después en Cincinnati, Estados Unidos. 

En ambas, los personajes retratados no son más que siluetas fantasmales a las que se les aprecia apenas algunas extremidades; la primera, en París, muestra tímidamente a un hombre al que le bolean los zapatos en el Boulevard du Temple; en la de Estados Unidos, una figura, presumiblemente masculina, aparece de pie afuera de una casa. Nadie sabe ni sabrá nunca sus identidades, las primeras personas en ser retratadas serán anónimas siempre. 

Hoy, a casi 200 años de aquellos primeros retratos, identificar a una persona, animal o cosa contenida en una imagen es relativamente fácil. En lo personal, cuento con un álbum digital de unas 4 mil fotografías, la aplicación por defecto para visualizarlas es propiedad del omnipresente y todopoderoso Google; sin necesidad de hacer algo extraordinario —por default— ha reconocido los rostros que aparecen en todas las imágenes, no necesariamente en primer plano, puedo ubicar con facilidad todas las fotografías en las que aparece, por ejemplo, mi sobrino sin tener que ver una a una las 4 mil imágenes; puedo encontrar de la misma forma todas las fotos en las que aparezcan árboles, perros, nubes y lo que se le ocurra; todo está etiquetado. 

Perpetuar un momento en el que se pueda descifrar cada elemento capturado, salvar del olvido a casi todo personaje que posa frente a una cámara, es una obsesión de nuestra posmodernidad. Y cuando no nos alcanza con el presente y el pasado inmediatos, cuando 200 años no son suficientes, vamos entonces más allá, mucho antes del daguerrotipo de Boulevard du Temple hasta los lienzos que retrataban, en muchos casos, a personas y personajes de cierta importancia contemporáneos al artista.

En la Universidad de California existe un proyecto con el que se busca identificar a los personajes plasmados en esos retratos, lo llaman FACES (Faces, Art, and Computerized Evaluation Systems) y con él buscan restaurar la identidad de algunos de estos anónimos y hacer un mejor mapa de la sociedad y la cultura de otras épocas; ya dijo alguna vez Cortázar que la cultura es el ejercicio de la identidad. 

FACES, comenzará registrando los rasgos en las máscaras mortuorias —es decir, rostros en tercera dimensión— de personajes conocidos para después buscarlos en pinturas de la misma época. En la Universidad de California buscan establecer una especie de censo que eventualmente contenga datos suficientes para indagar la identidad de personajes menos famosos.

Poner estos poderosos algoritmos de reconocimiento de rostros a disposición de investigadores y académicos para darle nombres a muchos personajes que han estado ahí retratados por siglos supone reescribir muchas historias, no sólo las contenidas en las obras, sino también las de las sociedades en las que fueron producidas. 
@Lacevos 

 

AGENCIA EL UNIVERSAL