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ALFIL NEGRO

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(Ayer nos reunimos en familia para visitar la tumba de mi padre por el día de su santo y la verdad fue emocionante estar ahí junto a él, para cantarle las mañanitas y para decirle cosas que se vienen creciendo en el corazón y que se sueltan como agua para el jarrón de sus flores, con la seguridad de que nos oye y de que nos atiende con la misma emoción que cuando estaba con nosotros en vida, porque para nosotros sigue en la familia, tan cerca que nos ilumina con su modo de ver y vivir el sol de cada hora. Por eso quienes hablaron lo hicieron con la certeza de que papá los oía y se emocionaba como siempre lo hacía cuando nos reuníamos en su santo. Ahí estábamos todos, con el frío pegando en la cara pero con el calorcito del cariño y el amor para nuestro padre que supo sembrar para que  intentáramos ser buenos padres y buenos hijos. Del mismo modo aprovechamos para celebrar el cumpleaños de nuestro hermano Javier, con la misma emoción que tiene desde niño de querer recibir regalos, el que sea, pero siempre con envoltura y con moño, para vivir el rito sagrado de la tensión, de  la emoción cada vez que abre la caja o envoltura y ve lo que le regalaron porque nunca ha dejado de ser niño, gracias a Dios. Estas reuniones son una bendición de arriba, porque estamos todos con nuestras familias, en torno a la figura siempre presente de Don Martín, nuestro padre y nosotros con la familia que hemos formado. Nuestro padre debe estar contento, porque su nombre y su recuerdo logra convocarnos para convivir y para ser mejores. Sembró bien, cosechó mejor. Descansa en paz padre nuestro. Por mi parte, el agradecimiento y cariño para mi esposa Socorro que supo ser parte cercana  para mi padre en sus últimos días asistiendo casi todos los días para estar con él en un acto de amor y cariño que le merece la gratitud de la familia por siempre).

LA SOLEDAD EN LA MUERTE DE LOS PERIODISTAS

En pocos días han muerto dos periodistas de Hidalgo: JORGE MOEDANO Y RAFAEL LIZARDI.
Desde su estatura de comunicadores nos dijeron adiós y se fueron  para siempre, en algo que se llama muerte y que tarde que temprano nos tocará a todos, porque como decía mi tío Ezequiel: “El gusto que me queda es que todos se van a morir”, en esa herencia que a todos nos va a tocar nos guste o no, tarde o temprano .
La muerte de JORGE MOEDANO pasó casi inadvertida, no fue motivo de grandes esquelas ni de manifestaciones de las figuras fuertes de nuestra política seguramente porque don Jorge no era de las grandes presencias de la comunicación y por lo mismo, desde la sencillez de su trabajo sólo convocó a su sepelio a quienes lo conocían de verdad y a quienes de verdad eran sus amigos,
Se supone que por el simple hecho de dedicarse al periodismo sus compañeros de trabajo se debieron dar cita para decirle hasta pronto, pero seguramente la agenda de trabajo no les dio oportunidad a muchos de acompañarlo en las últimas horas que estuvo en su Pachuca del alma.
Se supone que la solidaridad entre colegas se debe manifestar aunque sea en esta hora suprema del adiós para siempre.
Pero no. El trabajo, las ocupaciones, los compromisos. Vaya usted a saber.
Somos un gremio difícil de entender en esto de la solidaridad y de las manos unidas.
Ayer murió RAFAEL LIZARDI a quien de cariño los que lo conocimos le decíamos DON CUCUFITO. Elegante, de buena palabra, y siempre alegre se fue para no volver.
Descanse en paz y a su familia nuestros mejores deseos de que su recuerdo de logros y de alegría los reconforte y les de resignación.
Para quienes nos dedicamos al periodismo la reflexión de que la muerte se lleva parejos a todos y que parece extraño, pero en unos cuantos días se ha llevado a dos compañeros que se dedicaban al periodismo.
A lo mejor fortalecer la solidaridad no sería malo, pero es una decisión personal que cada quien decide.