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ALFIL NEGRO

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VIVIR… SIMPLEMENTE VIVIR

(En 31 días registro de candidato a Gobernador)

 

Ayer estuve con un pariente enfermo de neumonía, en estado muy grave, entubado en su atención en la sección de urgencias porque la vida se le va por estas enfermedades que azotan al país y que en muchos casos no provocan las medidas de parte de quienes los ciudadanos esperan respuestas para enfrentarlas con energía y con liderazgo adecuado, y no con definiciones de especialistas que no dicen nada y sólo provocan enojo en la población y retratan una falta adecuada de comunicación.

Decirlo así es parte de este oficio y deber para los lectores y para quien dirige el barco, siempre en el entendido que decir la verdad a todos nos hace bien, porque es el principio de la solución de los problemas, porque ver los problemas como son nos permite dimensionar las medidas a tomar para solucionarlos de frente y sobre todo con el apoyo de los ciudadanos, que en estos casos son solidarios de manera total, como lo han probado en otros hechos parecidos.

Ver al pariente en su cama de enfermo, entubado y sedado para poder resistir el tratamiento, a un paso de la tumba, de acuerdo a lo que nos dijo el médico, pese a su juventud, mueve a la reflexión sobre lo que realmente vale la pena en este asunto de vivir, porque muchas veces, sino es que siempre, le apostamos a lo que parece que no vale mucho la pena, y dejamos de lado lo que es más valioso y que cuando la vida se nos va, se presenta como los grandes reclamos.

Para empezar, la vida es muy corta, y no lo eterna que nos imaginamos, por la manera en que la caminamos, de tal manera que ponemos nuestras miras en asuntos que pasado el tiempo, resulta que no valían la pena, como la imagen social, el qué dirán los demás, por la que sacrificamos tiempo, dinero y valores como familia, esposa, hijos y amigos que realmente sí valen la pena.

Viendo en su cama de agonizante, por la neumonía, al familiar, la reflexión me gritó que lo importante, es la familia, la esposa que camina desde el principio de nuestra fortaleza particular, porque nos ama por lo que somos y que a lo mejor, por la costumbre, no la vemos con el amor que debemos ver y con el valor que le debemos dar, y la alegría de tenerla cerca de nosotros.

Haga usted el ejercicio de pensar, por un momento, que su esposa falta en la casa porque así lo quiere Dios, y verá qué vacía se siente la vida. No es lo mismo, el vacío es total, y la vida pierde sentido sin ella, porque la esposa le da sentido, rumbo, alumbra la senda, y no sé usted, pero con su fortaleza es canto de vida.

Y luego los hijos.

Sin ellos, la existencia como que pierde chiste.

Verlos crecer, triunfar, fracasar, reír, llorar, enojarse, discutir, rezar, eso es la vida.

Saber de su primera novia, de sus problemas en el trabajo, de sus iniciativas y sus inconformidades con la vida misma, es lo que nos mueve a seguir caminando y a estar vivos.

Los que tenemos a nuestros padres todavía, el sentimiento de tener raíz y origen, saber que en las palabras del padre ya viejo, está nuestro origen de hombres buenos y de buen camino.

Los hermanos, sin duda, los mejores amigos que la vida nos dio, y con quienes tejemos sueños y esfuerzos por crecer y ser mejores. El venir caminando desde siempre, la vida misma nos amarra a los recuerdos del pueblo, del parque viejo y de la laguna con su isla misteriosa, y de su camino con un sabino, de cuentos de misterio y de una iglesia donde los fieles siguen entrando por los siglos de los siglos, mientras la imagen de Padre Jesús nos bendice todos los días.

Vivir, simplemente vivir, parece que debe ser el reto de todos.

Lo demás puede esperar, o nunca llegar… lo importante, siempre, será vivir… junto a quienes el destino, Dios puso junto a nosotros, para esta aventura que se llama vivir.

Lo de más… es lo de menos.

Es lo que me motivó mi pariente, mientras la neumonía quiere quitarle la vida.