ALFIL NEGRO

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HÁGASE TU VOLUNTAD

En las horas de negros nubarrones

de ausencia de cometas y de estrellas,

cuando las aguas de los ríos son frías

y los manzanos huérfanos de frutos,

Cuando la vida se nos  va de prisa

y tenemos  dolores por la ausencia,

cuando un hermano se marcha de repente

y un hijo duele por su marcha negra,

sólo nos queda recordar su ausencia

mirando al cielo 

Y oración a grito,

de aceptación amarga

y de Job arcilla 

con lágrimas del alma

y rezo en llanto

Las rodillas hincadas en el suelo

para decirte al Señor del universo:

“Hágase tu voluntad Señor del tiempo

Tú me los diste generoso y fuerte,

tú me los  quitas Señor de nuestros días,

bendito sea por siempre y para siempre

tú nombre santo

que salva y que ilumina.

Que se haga tu voluntad,

en el canto de dagas de los vientos,

en la risa sagrada de los niños,

en las sombras de calles y de plazas,

en el recuerdo que nos ancla al tiempo,

en el parque de árboles dormidos

Y en las campanas de mi iglesia vieja.

Que se haga tu voluntad 

en las camas de tantos hospitales  

en el dolor de esperas como agujas,

y muchas veces esperanzas rotas,

mariposas pérdidas en las noches 

en que el color es red con peces muertos.  

Cuando miro a mis hijos ya crecidos

con su camino forjado con esfuerzo,

a mi esposa mi ángel de la guarda,

a mis hermanos cercanos en mi sangre,

también reclamo mi voz en el desierto

Que se haga por siempre y para siempre

tu voluntad sagrada para siempre en siglos. 

Es difícil Señor ver en las penas,

en el dolor que muerde como fiera,

la mano del que calma las tormentas

del que regresa de la noche amarga

a su amigo difunto allá en Bethania.

Y otra mano enojada allá en el templo

expulsando  al comercio en lo sagrado,

Pero en todas las horas de la vida

con luceros o sombras de la noche,

que en el tiempo de siglos y centurias

que siempre y como siempre

se cumpla y haga

Señor de nuestras vidas

tú sagrada y bendita voluntad sagrada.