A MEDIA ASTA
Adalberto Peralta S.
No me gustan las banderas
izadas a media asta,
no me gustan las esquelas
con membretes de tristeza,
ni lápidas funerarias
con lágrimas que no secan,
porque no se dónde encuentro
más dolor y amargura
si en el que llora en la orilla
o en el que llora dormido.
No me gustan los discursos
que lloran a los que marchan
porque les dicen a gritos
cosas que en vida callaron,
y menos llantos fingidos,
o esas caras de tristeza
máscaras que no se sienten,
simulaciones de pena
corazones sin latidos,
cortesías y ademanes
ensayados y cobrados.
No me gustan los andenes
de abrazos de despedida,
me gustan los de llegada
vuelta a casa de los hijos,
nacimientos de pequeños
inicio de las canciones.
Me gusta mirar la ojos
de mis hijos siempre niños,
aunque la vida los hizo
de pronto ya en su camino
dueños de todos sus pasos
y amos de su destino.
Me gusta mirar las nubes
y soñar con sus figuras,
leones, tigres y tortugas,
que sólo duran un sueño
y lo que se ve a las once
a las doce ya no existe,
semejanzas con la vida
que sólo dura un momento,
y cuando menos pensamos
se pierde calles arriba
para sólo ser recuerdo
de lo que fue y ya se ha ido.
Me gusta ir por los caminos
de la mano con mi esposa,
platicando sin palabras,
con el corazón latiendo
y agradecido por siempre
con el Señor de la vida,
que me regaló con ella
una luz para la senda,
y dos alas de cristales
para volar hasta el cielo.
Estoy lleno de recuerdos,
de veredas caminadas,
de voces que no se olvidan
de mi padre y de mi madre,
las voces de mis hermanos,
de amigos que recuerdan,
de campanas de oro y plata
que suenan por todo el mundo,
de ríos camino de niño
barquitos remos de luna
y canciones de mil arpas
casi canciones de cuna.
Me gusta la vida en verde
trigales olas de sueños,
oír como corre el viento
luciérnaga de la noche,
y la esperanza en la calle
plantada en parques de juegos,
y olvidarme para siempre
de banderas a media asta,
de esquelas de penas negras
y de lápidas de duelo.