FALTA DE CREDIBILIDAD EN LOS POLÍTICOS
En política tener credibilidad, que equivale a que la ciudadanía crea en lo que se dice o se promete, apruebe o se rechace, es tener más del 90 por ciento de camino recorrido, para lo que se busque en el terreno de la acción de quienes se dedican a la política.
Al revés, si la gente no cree en lo que le dice un político, porque la historia de este personaje así lo demuestra, es sin duda mal inicio para cualquier pretensión que se tenga, porque no se le cree ni se le acepta y si se le escucha , generalmente es para ver qué se puede tener de ganancia.
En Hidalgo vamos a elegir nuevo gobernador el 5 de junio del año que viene y los que buscan la gubernatura ya se pasean en Plaza pública en busca de las simpatías de los ciudadanos.
Y no está mal que lo hagan, porque de eso se trata, de ganar el apoyo ciudadano para que su partido o sus alianzas les den en razón del conocimiento popular la candidatura y ya después la gubernatura por la aceptación popular.
Tienen sin embargo los suspirantes de todos todos los partidos, un problemón que es la falta de credibilidad.
Porque sucede que de acuerdo a últimos trabajos de la opinión pública, 8 de cada diez mexicanos no le cree a los partidos políticos ni a los políticos, por lo que ha sucedido con estos organismos y personajes en sus actividades, en que no se honra la palabra y se usa la buena fe de la gente para ganar algún cargo de elección y después hacen de esos cargos, en muchos casos, fuentes de riqueza y de uso indebido del poder.
Y a lo mejor no falta razón, porque algunos de los que quieren la gubernatura, han mostrado que con tal de ganar usan a los partidos, que así se los permite conforme les convenga, de tal modo que un día son panistas, al otro día perredistas o morenistas siempre argumentando que cambian de uniforme sólo para servir a los ciudadanos, afirmaciones que nadie les cree desde luego.
Lo peor viene con los sainetes o farsas que representan para demostrar que son pueblo, y así se les ve abrazando a viejitas o niños con cara de preocupación o bien en puestos de tacos o de Nieves, casi llorosos con quienes tienen problemas, y así un infinito sainete de actuación de ser parte de la comunidad.
Y piensan que se les cree y hacen castillos de arena con el poder que piensan ganar.
Desde luego no faltan los buenos aspirantes que sí tienen credibilidad, porque por cada uno de los que quieren, hablan sus historias personales y ello provoca un juicio del que nadie se salva.
Pero no faltan los que quieren cosechar donde no sembraron y pescar en río revuelto.
Luego por eso viene el amargo despertar.