
¡PREGÚNTENLE A SARTRE!
Jean-Paul Sartre fue un filósofo francés, padre del existencialismo, escritor, periodista, novelista y un activista de la política de izquierda, que tuvo la virtud de hacer por su inteligencia una personalidad pensante (pero no como los del Grupo Universidad que se adjudicaron por la otra vez diputada federal Lidia García este título, que por sus obras y acciones sólo es un mal chiste).
Su claridad de pensamiento (hablamos de Sartre) fue tal que en Francia en esos años de 1930 a 1980, que fue el periodo productivo de su vida, era tal la confianza que los ciudadanos tenían de su inteligencia y claridad de ver la solución o respuestas de los problemas que se presentaban, que era muy común oír de la gente la frase “PREGÚNTENLE A SARTRE”.
Porque tenía respuestas adecuadas y porque hizo de la inteligencia una actitud responsable ante la sociedad.
En 1980 el Presidente Francés enterado de su enfermedad encabezó la preocupación de los franceses por el pensante enfermo que finalmente falleció a los 74 años, el 15 de abril de 1980.
Tener en el país mentes brillantes de intelectuales es una suerte porque son como faros que iluminan el camino de la nación.
Impulsar la formación de gente preparada y destinar recursos para hacer crecer el número de ciudadanos capacitados, es sin duda una obligación de los gobiernos igualmente inteligentes, porque estas gentes le dan rumbo y certeza al país, lejos de improvisaciones o de ocurrencias que luego se dan.
En México tenemos gentes brillantes, intelectuales de peso con luces propias para hacer luz en la vida de la nación, que pueden y deben ser aprovechados por el bien de México, pero extrañamente lo que se vive es una actitud de acoso y calificativos agresivos en su contra.
Una actitud parecida contra los que buscan prepararse mejor en universidades del extranjero, con decisiones que los dañan en renglones tan urgentes como es la subsistencia en renglones de colegiaturas, rentas y otros. Esto cuando se tiene beca del gobierno, pero la condena va hasta contra los que resuelven sus problemas de manera personal, porque los señalan de sólo ir a aprender mañas.
Y la verdad hace falta la participación de los intelectuales porque tienen esa posibilidad intelectual para hacerlo.
Y necesitamos tener alguien o algunos mexicanos de mente brillante, a los que se les vea con la confianza suficiente cuando se presentan problemas, que sobran, y poder decir como los franceses.
“PREGÚNTENLE A…”, como cuando vivía Jean-Paul Sartre en ese país.