ALFIL NEGRO

ESPERAR… 

Este tiempo me ha enseñado

que una virtud de oro y plata

es la de estar con el alma

en actitud de espera.

Esperar que un día cualquiera

el sol salga como entonces,

cuando de tanto tenerlo,

de tanto ver todo claro

se nos hizo una costumbre

y se nos olvidó quererlo,

hasta que vino esta noche

que parece no acabarse,

para extrañar esos días 

de sol de viento y de agua,

y soñar todas las jornadas

con un paisaje brillante

del sol que ahora extrañamos.

Y con el sol ya queremos 

caminar por nuestras calles,

los juegos de nuestros niños,

los columpios y sus gritos,

el vendedor de tamales,

la cocina de la esquina,

las muchachas y sus risas,

el mercado con sus frutas,

la vendedora de elotes,

el músico de la calle,

y la vida que se escapa

y se trepa a las campanas

del reloj joven y viejo 

mareado de tanto canto,

de tanto andar su camino… 

Y sólo queda esperar… 

Y aprender las lecciones 

de Penélope, maestra, 

de tejer nuestra esperanza

en las horas recién hechas,

y destejerla en la noche

mientras las sombras no huyen,

y esperar, siempre esperar

que en la tormenta de furia

el Maestro se levante,

y ordene al mar que se calme,

a las olas que se duerman,

y al viento que se calle,

y confiando en su mirada

caminar sobre las aguas,

mientras en las redes sueñan

mojarras, pulpos y bagres.

Esperar que un mes cualquiera

el domingo sea domingo,

y el lunes sólo ese día,

porque en esta larga noche

todos los días son iguales,

sin rostro propio ni luces,

porque vamos olvidando

los días de nuestra semana,

los colores de los meses,

lo hermoso de nuestros parques,

las campanas de la Villa,

los helados de una calle 

que hace mucho que perdimos

Y sólo queda esperar… 

Y aquí estamos esperando

con los ojos bien abiertos,

con el corazón siempre alerta

cuando suene la esperanza,

trompeta que rompe el hierro;

Jericó con su muralla,

y un desfile de tambores

anunciando el nuevo día,

el desierto ya recuerdo

del peregrino con hambre,

agua que nos de la vida

de la tierra prometida… 

Esperar, sólo esperar,

la noche no será eterna

y al final vendrá la vida: 

estallido de luceros,

Ángeles de hierro y bronce

puertas finas de caoba,

y otra vez la vida plena;

Familia, amigos y bosques,

la espera no será eterna

Pero hay que tener 

siempre alerta estas ganas de esperar.

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