ALFIL NEGRO

UN FIN DE AÑO DISTINTO

Hoy es santo de mi padre, que ya no está con nosotros, y sin embargo está más presente que nunca en nuestras vidas, porque nos enseñó a querer a los hijos, nuestra laguna, el campo con sus maizales y el agua y las mañanas. Y santo de mi hermano y mi sobrino. Siempre es bueno tener recuerdos y sentir el momento que nos toca, porque quiere decir que estamos vivos. Y esto se agradece.

FIN DE AÑO

Las festividades de fin de año no serán como antes, en lo que se refiere a reuniones familiares, bailes populares, posadas con mucha gente y cenas de fin de año, y desde luego un 12 de diciembre fiesta de la patrona, con ella más presente que nunca, pero desde la fe personal de cada uno, o desde la devoción de las familias en casa, porque la pandemia así lo impone.

No, no será como otras veces, porque se buscará con estas restricciones de reuniones poner un muro a los contagios, sin que por ello se renuncie a la fe y a la devoción, quizá el refugio más seguro para la angustia y el temor de esta enfermedad que nos golpea como género humano.

Es la misma situación, que se da cuando en la enfermedad de un familiar muy amado, nos damos cuenta que los médicos y las medicinas han dejado de ser la respuesta a ese mal, y volteamos los ojos y la esperanza a un ser superior en quien depositamos nuestra fe y confianza para superar el problema.

Lo más seguro es que no tengamos posadas como hace un año, pero nuestra casa estará con las puertas abiertas para que la sagrada familia nos visite y se quede con nosotros y nos ayude.

Puede ser que no tengamos un nacimiento en la Plaza Juárez, pero tendremos uno en nuestras casas, donde esperamos que nazca el Niño y nos sonría con un nuevo día lleno  de sol y de alegría.

Seguramente no habrá árbol navideño en nuestras plazas públicas, pero en nuestros cielos tendremos un árbol inmenso hecho de estrellas, cometas  y luciérnagas.

Lo más seguro es que el 12 de diciembre no podamos ir a La Villita con todo el amor y confianza que sentimos por la Guadalupana, pero en cada casa habrá un altar con su imagen para decirle que ponemos nuestra vida, la de nuestros hijos y hermanos en sus manos  de madre cariñosa.

Será sin duda un fin de año distinto, pero puede ser que con fe más fuerte y una esperanza renovada.

Y eso es ganancia, porque cuando se tiene esperanza se va de gane.

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