ALFIL NEGRO

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“NOSOTROS, LOS DE ENTONCES, YA NO SOMOS LOS MISMOS”

La pandemia que acelera y desacelera, que como en la canción “da unos pasos  pa’delante y da pasos para atrás”, ha logrado no sólo infundir miedo y temor, por lo que significa en cuanto a la vida o muerte, y todo lo que puede provocar en la rutina de las familias, y sin duda el golpe terrible contra la economía en renglones tan importantes como el empleo y sus efectos en la comunidad.

Este virus, nos lleva a un nuevo modo de vivir y de relacionarnos con la gente, porque dicta y obliga nuevos modos y estilos de convivencia, y de nuestra presencia en nuestras calles, y todo lo que significa estar en los espacios públicos como plazas, iglesias, restaurantes… 

Pero es esta vida con restricciones, con temores y con barreras para frenar los contagios, la que nos ha llevado a mirar las cosas de otra manera, y a recuperar la valorización de lo que consideramos “nuestro”, y que la pandemia nos hizo entender que se pueden perder o irse, porque así son los efectos de esta enfermedad, que arranca vidas de todas las edades y que como en la película de Macario, apaga las velas de la existencia de un golpe.

Y es que la vida diaria nos impide, por las preocupaciones o compromisos que se tienen, apreciar lo que valen la esposa o el esposo; los hijos y los hermanos, lo mismo que los amigos, o darse unos segundos para admirar por la noche el cielo de Pachuca y sus lunas maravillosas.

A lo mejor darse tiempo para leer un libro, para platicar con la familia, oír a los hijos que tienen tanto que decir y comentar, tomar con calma una taza de café, escuchar la música que nos gusta, y darnos cuenta que la vida es una manecilla de reloj que no para, y siempre avanza para no volver más.

Con esto que nos deje la pandemia será un buen fruto.

Porque habremos cambiado y adquirido nuevos ojos para ver el presente, hasta poder decir: “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”, como cantó Neruda.